lunes, 31 de diciembre de 2007

Una rata en mi cocina

Vaya, vaya, casi sin darnos cuenta ha llegado el fin de año. Otra vez. Si La Mala Vida (dícese del anterior malogrado blog de servidora) se despedía con la catastrófica escena de la soltera en el piso de sus padres, fumando a escondidas y escribiendo compulsivamente, estos Hijos de la revolución continúan su andadura con un número muy redondo (88), dando paso a otro número redondo: 2008.

Según el calendario chino pasamos del año del cerdo al de la rata. Además, es bisiesto. La cabalística, las supersticiones y los rituales están servidos para el minuto más incómodo de cada día: las 00:00. Como diría 'mi madre', ¿es que no existe el tiempo en ese minuto?

Como me he ido haciendo cada vez más creyente y menos descreída de este tipo de florituras orientales, tan dadas a la espiritualidad y las causalidades (no me he equivocado, viene de causa), me preparo para el 2008, con la creencia además de que será mi año puesto que yo, según la numerología, soy un 8. Y, por si acaso, como no es todo pan de gamba lo que reluce, me pondré mis bragas rojas de la suerte, beberé champán sobre un solo pie, meteré un objeto de oro en mi copa y pediré un deseo mientras me atraganto con las uvas.

A pesar del asquito que me dan los roedores, si el año de la rata es el del éxito personal, no tendré ningún inconveniente en poner un bicho en mi vida. Aunque sea en forma de película animada (o periquitos). Juro en esta ventana cibernética que si el año nuevo me trae lo que he pedido y mantiene lo que los Reyes me han traído por adelantado (gracias, Melchor, nunca te estaré tan agradecida), veré la película esa de la rata cocinera. He dicho.

Feliz año a todos.

viernes, 28 de diciembre de 2007

Unplugged


Tengo ganas de descnectar, de desenchufarme durante un par de días y de quedarme fuera de cobertura. Nada de wifi, nada de mail, nada de móvil, nada de tele, nada de radio, nada de prensa. Sólo la vida que pase sin prisas.


Esa es la expectativa. Ese es el deseo. Esa es la intención. Que el mundo siga su curso mientras mi tiempo se para durante un fin de semana, congelado en una fotografía que pueda mirar cada vez que se me antoje.


Dice una frase de Big Fish que "cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se detiene... y es verdad. Lo que no dicen es que cuando se vuelve a poner en marcha, lo hace aún más rápidamente para recuperar lo perdido".


Supongo que el lunes se acelerarán las horas. O eso espero.

lunes, 10 de diciembre de 2007

La ratita presumida


Como colofón de un puente marcado por la convalecencia (si es que no tengo perdón, ponerme enferma en vacaciones), después de poner el árbol de Navidad a ritmo de soul y acompañada por mi botella de vino y mi paquete de tabaco, terminé, como digo, empotrada de nuevo en el sofá viendo La sonrisa de Mona Lisa (no, no eres tú, 'mamá', por una vez es Julia Roberts).


Y, como casi todo en mi vida últimamente (excepto el sapo, menos mal), la puñetera película tenía cierto regustillo a una conversación mantenida esa misma mañana de domingo, que no es sino la prolongación de la larga conversación que tenemos las mujeres con nostras durante todas nuestras vidas. ¿Cultivar el cuerpo? ¿Cultivar la mente? ¿Ambas? ¿Qué dejas atrás? ¿Qué pierdes si optas por una u otra opción? ¿Es necesario optar?


Me escandalicé sobre manera cuando ayer, mi interlocutor, me dijo que se me nota que me esfuerzo por cuidarme físicamente. El pelo, la cara, las manos,... ¡¡¡¿¿¿Que se me nota???!!! ESO ESPERO. Quiero decir que aunque seamos polvo y en polvo nos convirtamos, el cuerpo es la cárcel del alma, piel y huesos, un envoltorio para otra materia más noble, etcétera, etcétera y toda la perorata que quieras sobre la insoportable levedad del ser, ¡qué leches! ¿A quién le amarga un dulce?


Soy consciente de la esclavitud a la que nos somete la sociedad y de todas esas milongas pseudofeministas y pseudopsicológicas-sociológicas. Pero, ¿por qué tengo que avergonzarme de dedicar esfuerzos ingentes, montones descabellados de tiempo, acciones ridículamente humillantes a mantener un mínimo de decencia en mi aspecto externo?


La combinación perfecta es esa, ¿no? Mens sana in corpore sano. Ahora se añade la eterna juventud y todos contentos. Sobre todo nosotras, que nos desvivimos día y noche en una eficaz y altamente gratificante tarea de recolección, fricción, masaje, siega, reconstrucción, remodelación, esculpido y, si es posible, reducción.


No soy esclava de la sociedad, le dije a mi interlocutor cuando me escandalicé de esa manera. Pero eso está bastante claro. De quien soy esclava es de mí misma. La cárcel no está en el cuerpo, sino en el alma, en la mente, en los ojos con que nos creemos que nos miran. Ayer leía que el orgullo no es lo mismo que la vanidad. Y la culpa por no llegar a los límites que nos marcamos es la penitencia que conlleva el pecado.


Dramática me pongo a pesar de la jornada de lunes. Si es que las rubias me despiertan el instinto asesino...




domingo, 2 de diciembre de 2007

"¿Y si no estamos en casa?" "Pues nos dejan un papelito"

Siempre he sabido que la risa tiene efectos terapéuticos y que el recuerdo puede pasar por nosotros en forma de fotografía. Y aunque llevo repitiendo en los últimos tiempos que el romanticismo ha muerto, los happy ending de los demás siguen empeñándose en llevarme la contraria.

¿Qué poder tienen las palabras? ¿Qué poder tiene un papel escrito? ¿De verdad nos ablandamos por unos garabatos en una hoja en blanco? Anque a veces es mejor dejar el folio en blanco, para no recordar lo que ha pasado y no dejar constancia de la frustración o el daño o la inconsciencia.

Sin embargo, recibir una carta siempre provoca una satisfacción, un estremecimiento, un hormigueo, una sorpresa. Más en estos tiempos en los que el correo electrónico y el teléfono móvil le quitan calidez a las letras.

Pero, ¿qué pasa cuando el destinatario no está en casa? Siempre me he planteado lo que debe sufrir una carta sumida en la oscuridad del buzón o de la saca de Correos, esperando a ser abierta, leída, respirada, llorada, besada, rota, arrugada, guardada, perfumada, releída.

El aviso por debajo de la puerta es muy frío.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Enchanted


Se acercan las navidades (sí, lo sé, es increíble, pero aquí están otra vez) y todos nos volvemos un poco... navideños. Las carteleras de cine se llenan de pelis moñas que nos recuerdan que, al menos una vez al año, debemos ser buenos con los demás, enamorarnos en París, vestirnos de rojo, besarnos debajo del muérdago (¡malditas pelis americanas! ¡si aquí no hay muérdago de ese!), cantar delante de una chimenea y esquiar. La madre que los parió. ¡Pero si nosotros somos felices dándole con el tenedor a una botella de anís y cantando aquello del "campana sobre campana"!


El cine tiene mucha culpa de que (y cito) "ejemplares válidos" como una servidora se encuentren al borde del colapso mental y senti-mental porque no hay ni muérdago, ni París, ni chimenea ni ná de ná. Por eso, para levantar el ánimo invernal y pre-navideño, me fui a ver una película que se caga (con perdón) en todos los tópicos sobre los príncipes y las princesas, las damiselas en apuros y las malas de telenovela.


A pesar de ser de la factoría de los enanitos de Blancanieves y de tener como prota al actor más azucarado de los últimos tiempos (oh, macdreamy!), es ácida como ella sola. Encantada es una parodia (amable, pero parodia) de todos los cuentos de hadas, con sus números musicales y sus pajaritos (y sus ratas de alcantarilla neoyorquina) ayudando a hacer la colada. Con toda esa explosión de ironía, salí de la sala de cine mucho más reconfortada que cuando entré, rodando como una pelota por el maldito browny de chocolate (uhm, qué rico y cuánto chocolate).


Por cierto, de mayor quiero ser como Susan Sarandon haciendo de mala. ¡Vaya plataformas!

domingo, 25 de noviembre de 2007

lunes, 19 de noviembre de 2007

Las alegrías de la política

No hace mucho estuve en un local de ensayo de grupos musicales donde me dijeron que me hiciera la sueca si veía algunos "helechos" sospechosos en el patio. Yo contesté que sería ciega, sorda y muda. Aunque lo de ciega no iba con segundas... En fin, el caso es que no me extrañó lo de la pequeña plantación de jardín de la alegría. Sin embargo hoy la prensa se encarga de poner una sonrisa en este lunes que amenaza lluvia (sí, sí, son más de las cuatro y no ha caído una gota) y me hace preguntarme quién no se ha fumado un canuto en su vida.

La noticia en cuestión habla de un secadero de maría en los sótanos de unas dependencias locales en un pueblo de la provincia de Sevilla (no vamos a desvelar al pecador). Los ediles dicen que no tenían ni idea y que debe ser que otras entidades, a las que se prestaron las instalaciones municipales, metieron allí el pequeño alijo sin que las autoridades se dieran cuenta. Y, para colmo, multitud de niños acudían a actividades formativas a diario.

La mala de telenovela que llevo dentro me empuja a imaginar un salón de plenos hecho un submarino, con todos los grupos políticos olvidando sus diferencias y cantando el No woman, no cry acompañados de bongos y timbales. Los funcionarios no te mandarían al cuerno si les pidieras el impreso 34-B-345, porque verían estrellitas de colores y la vida les parecería maravillosa. Los policías municipales estarían menos tensos y pondrían menos multas. Los ciudadanos se beneficiarían de una administración local más cercana y relajada (eso por descontado).

No es cuestión de hacer apología del ciego colectivo, es sólo para ilustrar que la alegría y la felicidad de nuestros políticos y nuestros funcionarios públicos (sin acudir a las sustancias psicotrópicas, se entiende) repercutiría de forma positiva en todos. No es bueno acudir al despacho con cara de perro ni morderle al parroquiano de turno porque hace más preguntas de la cuenta. Aunque parece que los de este ayuntamiento en cuestión estaban tan, tan relajados que no se han dado cuenta de que les han colado un gol por toda la escuadra.

Relax, take it easy, pero no tanto, hombre.

Para decir condiós a los dos nos sobran los motivos


Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas son las de después.
A este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir.
Este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti.

viernes, 16 de noviembre de 2007

This is the end, my friend

Las horas pasan largas y extrañas cuando se cuenta el tiempo desde y no hacia. Y aún más cuando la noche se ha juntado con el día sin saber cómo y has llegado a ponerte delante del ordenador como un autómata al que le meten un nuevo programa en sus circuitos internos o un burro al que le han ajustado las orejeras para que no vea más allá de su nariz... de burro.

Las horas lentas se recrean en los dedos mientras pulso las teclas ahora mismo; parecen decirme que la vida no se para, pero para mí se ha ralentizado en una suerte de moviola desconocida. Cuando las horas pasan y se cuentan desde y no hacia el sentido de esas horas cambia, decae el ritmo cardiaco, pesan los ojos, los brazos, las piernas, el alma pesa.

Cuando cae un chaparrón tormentoso, de los que te cogen en plena calle y te dejan tiritando, puedes quedarte ahí, chorreando y helada, o puedes correr a casa, darte una ducha caliente y encender el brasero. La cuestión es que siempre te pillan por sorpresa. O no tanto, porque ya oteabas las nubes en el horizonte, aunque pensando que pasarían de largo.

El invierno ha llegado de repente y, con él, el frío. Mucho frío.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Alter ego

Descubrir que no estás sola en el mundo es algo maravilloso, aunque resuenen los ecos de aquel refrán del mal de muchos... Es todavía más maravilloso cuando lo descubres a través de los ojos de una persona a la que ni siquiera conoces, que no comparte contigo espacio, idioma, educación. Y que, para colmo, es un personaje de ficción.

Gracias al Planeta Millás (estoy deseando leer su última novela) me he fascinado por aquello de la metaficción, los espejos, los hermanos gemelos, las almas gemelas, el otro, el yo, el alter ego, en una vida real o imaginada, de carne y hueso o de humo y polvo. En el mundo de las letras, de las ideas, todo puede suceder. Las barreras caen y el pacto de ficción pone en juego elementos que en la realidad no servirían. Pero, ¿qué pasa cuando, además de una humana más, te conviertes por arte de magia en un personaje de novela? Los límites de lo convencional se desdibujan y entras en una suerte de feliz cuelgue irreal. Por el placer de la lectura, por el placer de verte como en un espejo, por la dulzura de que alguien te describa sin conocerte, por la vanidad en general.

También asusta tanta exactitud, palabra por palabra, diálogo tras diálogo y pensamiento a pensamiento. ¿Somos multitud aunque nos sintamos únicos e irrepetibles? ¿Somos una generación unida por los mismos lazos, a pesar del tiempo y la distancia?

Bajo la tapa de un libro o detrás de la cara coloreada de un DVD, ahí estamos. Eso es lo que somos. Así es como nos ven. Nuestro alter ego.

domingo, 11 de noviembre de 2007

No me queda más espacio en el cerebro para escuchar a Abba

Tengo un amigo al que le da rabia Woody Allen. Yo creo que es porque a él se le ocurren frases geniales pero nadie las escucha. Al menos no millones de personas en todo el mundo a través de la pantalla grande. Pero como yo soy una buena amiga-hija-nuera (todo a la vez, qué arte) la dejo aquí estampada en mi titular para que se extienda por el mundo cibernético y bloguero. Quién sabe si algún productor avispado no le da por meterse en esta página y, como el Chomsky de la canción, se enamora, aunque no sea de mí, sino del genio creador de mi amigo-madre-suegra.

La verdad es que cuando llevas tres cuartos de hora en un bar y te has escuchado todos los grandes éxitos de la banda sueca del derecho y del revés, es capaz de darte un patatús. Yo no sé si eso será verdad, eso de que vas llenando el cerebro de cosas y de repente te das cuenta de que ya no cabe nada más. Con este mito de que sólo usamos el diez por ciento, a lo mejor es verdad. Vamos, que llenamos esa porción minúscula y sanseacabó. A veces me pregunto si no habré llegado al tope. Se me olvidan palabras, me cuesta recordar fechas y ni siquiera sé la matrícula de mi coche (¿pero es que alguien se sabe la matrícula de su coche?, escucho a mi vocecita interior). Sin embargo recuerdo a la perfección diálogos de películas y series, la ropa que llevé en tal o cual ocasión y detalles como olores ligados a determinadas experiencias (lo de los olores ya me supera, en serio).

Tal vez es que tengo la neurona saturada por haber estado acumulando basura mental. ¿Por qué no existirá una maquinita o algo, tipo el pensadero de Dumbledore (mira que salir del armario a estas alturas...), en la que depositar los pensamientos negativos, las malas experiencias o aquello de lo que ya estás cansada de darle vueltas? Tanta tecnología y no la ponen al servicio de las mentes de la clase olla exprés.

A fin de cuentas, y después de pensarlo, no me gustaría ser una máquina, que se pudiera resetear después de hacer copias de seguridad. Somos lo que recordamos (¿dónde he leído esto antes?) y lo que los demás recuerdan de nosotros. Aunque el pasado no sea más que un sueño y el futuro sea la esperanza de un mañana. Por lo menos procuraré que mis sueños sean felices y mis mañanas me despierten con el sol entrando por la ventana y una sonrisa en la almohada. Aunque para eso tenga que desconectar un ratito la radio, no vaya a ser que entre en crisis con la cuarta escucha de Waterloo.

viernes, 2 de noviembre de 2007

¿De qué sirve un taxi cuando todo sale mal?

Que Woody Allen es uno de mis directores de cine preferidos no es ningún secreto. Y aunque muchos vaticinen que el genio está en decadencia, permitidme que os diga, sufridores míos, que es una opinión tan respetable como cualquier otra, pero que no comparto. Simplemente ha cambiado de registro. ¿Quién no evoluciona, más en una sociedad como ésta, en la que los tiempos corren y nos adelantan incluso por la derecha?

Como no soy experta en cine, sólo una espectadora forofa, no sé decir si técnicamente Cassandra´s dream es más o menos perfecta. Sólo puedo opinar que hay ciertos planos, ciertos diálogos (como siempre en Allen) y ciertas cosas que no se dicen pero se intuyen, que hacen que atrape, como la mitológica Casandra atrapaba a los hombres en su red, para luego burlarse de ellos. Como griególoga oficial de los alfileres secretos no voy a evitar la referencia al personaje mítico, que se divide como en un caleidoscopio en la película que vi ayer en la sesión matinal. Sólo dos ejemplos. La femme fatale que seduce al hermano ambicioso es la cara, mientras que la cruz es ese otro hermano jugador, bebedor y enfermo que durante todo el filme está previendo lo que va a suceder, aunque nadie lo cree (como a la Casandra de Troya).

La ambición, el poder, el fátum (incluida también en el DRAE, que conste), la seducción, ... se mezclan para resultar una tragedia griega a lo moderno que, como en cualquier obra de Eurípides, contiene fratricidios, sensualidad, una madre (como todas las madres), un poderoso, una doncella y un final donde, como dicen en mi pueblo, muere hasta el apuntaor.

Me quedo especialmente con dos detalles. Uno, el sorprendente papel de Collin Farrel por lo convincente que resulta (de Ewan me esperaba un poco más, la verdad, snif). Dos, el cuadrito ovalado de La Creación de Miguel Ángel en la mesita de noche del hermano alcohólico. Brutal.

miércoles, 31 de octubre de 2007

La modernez me deja nocaut

Yo, que soy una de las 750.000 visitantes diarias del RAE on line, me he encontrado hoy con una sopresa. La institución que limpia, fija y da esplendor se sube al carro de los nuevos tiempos e incluye palabras de la informática, de las ciencias y del habla coloquial.

Así que ahora podré decir que tengo cuerpo de jota con total libertad los sábados por la noche y podré ponerme unos bluyines para salir, siempre que encuentre la talla que me entra, claro. Podré bajarme cosas de internet, minimizar y maximizar la pantalla y convertirme, si quiero, en un animal político.

Claro que, cuando vuele a otras tierras, me encontraré con el aeromozo (uhm, cómo suena la palabreja) y si alguien se pone chulo lo dejaré nocaut al estilo de Rocky.

Podré quejarme de la modernez sin tapujos y me pondré con el subidón cada vez que vea al nota ese. Siempre que no me dé la neura y tenga que ir al fisio a la carrera.

...

Soy de las puristas, lo reconozco. Y con lo que me gusta a mí limpiar, fijar y dar esplendor, ya sea en las letras o en la vida, me cuesta mucho creer que el diccionario de mis amores incluya la palabra "paganini", entre otras lindezas. La lengua es un ente vivo, lo sé. La lengua la hacen los hablantes. Lo sé. La lengua es sincrónica, pero también diacrónica. La lengua evoluciona, se mueve, serpentea, se arrastra o se eleva. Pero aun así, o más bien por todo eso, hay que preservar las palabras, cuidarlas con amor y dejarlas iridiscentes (mira, esta nueva inclusión sí me gusta), si hace falta. Con razón mis sufridores me dicen "de la Concha".

viernes, 26 de octubre de 2007

Por fin es viernes!!!!

Pensé que nunca diría esta frase con tanta alegría como ahora, ni siquiera cuando estudiaba y los viernes se convertían en la promesa de un mundo diferente, sin horarios, sin padres y sin restricciones.

Para los que trabajamos fin de semana sí, fin de semana también, puentes y fiestas de guardar, el hecho de dos días libres es mucho más que la posibilidad de quedarse en la cama hasta las mil. Y si coincide con el viernes supone un placer incomparable. ¿Quién quiere librar un lunes? Sólo puedes ir al mercado y cocinar para toda la semana. Menuda diversión.

La magia del fin de semana no se ha perdido. Menos mal que todavía queda algo de aquella vida que tuve. No está todo perdido. No estoy perdida del todo. Por suerte.

Hoy brilla el sol, los pajaritos cantan, el otoño ha llegado para quedarse y el cuerpo me pide marcha.

Wake up in the morning with a head like 'what you done?'
This used to be the life, but I don't need another one
You like cutting up and carrying on you wear them gowns
So how come I feel so lonely when you're up getting down?

So I'll play along when I hear that special song
I'm gonna be the one that gets it right
You'd better know when you're swinging 'round the room
Looks like magic's only ours tonight

But I don't feel like dancin' when the old joanna plays
My heart could take a chance but my two feet can't find a way
You'd think that I could muster up a little soft shoe gentle sway
But I don't feel like dancin' no sir no dancin' today

I don't feel like dancin', dancin'
Even if I find nothing better to do
Don't feel like dancin', dancin'
Why'd you break it down when i'm not in the mood?
Don't feel like dancin', dancin'
I'd rather be home with the one in the bed till dawn with you

Cities come and cities go just like the old empires
When all you do is change your clothes and call that versatile
You got so many colors it'd make a blind man so confused
So why can't I keep up when you're the only thing I'd lose?

I'll just pretend that I know which way to bend
I'm gonna tell the whole world that you're mine
Please understand when I see you clap your hands
If you stick around i'm sure that I'll be fine

But I don't feel like dancin' when the old joanna plays
My heart could take a chance but my two feet can't find a way
You'd think that I could muster up a little soft shoe gentle sway
But I don't feel like dancin' no sir no dancin' today

I don't feel like dancin', dancin'
Even if I find nothing better to do
Don't feel like dancin', dancin'
Why'd you break it down when i'm not in the mood?
Don't feel like dancin', dancin'
I'd rather be home with the one in the bed till dawn with you

You can't make me dance around
But your two-step makes my chest pound
Just lay me down
As you float away into the shimmer lights

But I don't feel like dancin' when the old joanna plays
My heart could take a chance but my two feet can't find a way
You'd think that I could muster up a little soft shoe gentle sway
But I don't feel like dancin' no sir no dancin' today

I don't feel like dancin', dancin'
Even if I find nothing better to do
Don't feel like dancin', dancin'
Why'd you break it down when i'm not in the mood?
Don't feel like dancin', dancin'
I'd rather be home with the one in the bed till dawn with you

lunes, 22 de octubre de 2007

Más allá de las naves quemadas de Orión

El ser humano desarrolla una curiosa fascinación por lo que no conoce, por lo inexplorado, por aquello que queda fuera del alcance de la lógica y entra en el terreno resbaladizo de la imaginación y las especulaciones. Da igual que se trate de una galaxia muy, muy lejana o de la nueva vecina del quinto.

El afán por conocer desata las pasiones hasta del más apocado y se enciende la mecha del ansia de conocimientos. A veces por verdadera pasión y otras por el más puro interés morboso. Si resulta que una página web dedicada a mostrar el cielo contiene un hueco negro al lado de Orión, las mentes ya se disparan y a todos nos parece estar oyendo a aquel replicante herido bajo la lluvia. Otros ven un ordenador parlante y los más exaltados, un ejército alienígena tipo Tim Burton.

En nuestro afán por saber, por descubrir, se han realizado hallazgos sin precedentes, hemos rescatado de la nada civilizaciones perdidas y hemos interpretado los signos de los tiempos. Sin embargo, todavía somos (los humanos) incapaces de explorar a un semejante con la paciencia de un físico nuclear con su átomo. Nos llenamos de incertidumbres, de manías obsesivas, de falsas expectativas, de trabas involuntarias y de dudas metódicas que no nos llevan más que a la desesperación por vehemencia.

Descubrir la geografía humana se trata de un reto mucho mayor que cualquier galaxia, cinturón de estrellas, nebulosa o cometa. Descubrir la geografía humana está al alcance sólo de unos pocos privilegiados que observan, anotan y callan, para luego disfrutar de su hallazgo como los buenos científicos: sin alharacas y sin premios millonarios debajo del brazo, sólo con la satisfacción de regresar a casa, ponerse el pijama y dormir soñando con cosas que el resto de los humanos jamás han visto...

martes, 9 de octubre de 2007

Esto es el fin de siglo

Alguno que otro me ha preguntado el porqué del título de mi blog. Y el otro día lo recordé. No es que no me acordase, es que tuve más presente que nunca las causas que me llevaron a poner un título en apariencia banal. Puede que en el momento de la creación y de la inspiración no me diese cuenta, con el cerebro y las neuronas, de por qué lo hice. Pero ahora sí estoy en condiciones de explicarlo.

Y fue el domingo, mientras me comía una tostada y un café y leía un nuevo periódico de pago (inaudito en estos tiempos que corren), dejando pasar las horas de largo día de descanso. Es verdad que existe una generación diferente, aunque no se recorte según los límites de la edad cronológica. Es una generación que pregunta y que se cuestiona, que analiza, que cavila y que no se rinde. Aunque sólo seamos trescientos. A lo mejor este nuevo periódico no nos da las respuestas que buscamos, pero puede que abra nuevas interrogantes y nos ayude a seguir haciéndonos las preguntas adecuadas. O tal vez no, y sólo sea un producto de marketing brillante. El tiempo lo dirá.

Un tiempo que también ha marcado el porqué de este curioso título, a medio camino entre una canción y una consigna política. ¿Alguien se ha percatado de que somos hijos de dos siglos diferentes, pero también de dos milenios distintos? Supongo que sí, pero no sé si os habéis dado cuenta de que esa circunstancia imprime carácter. Lo mismo les pasó a los hijos de la revolución de finales del XIX. En ese momento también había guerras, decadencia moral, imperialismo y colonización, tabúes, miedos (aunque no al efecto 2000), censura y nacionalismos. Pero también había pasión por las artes, la belleza, la verdad, la libertad y el amor. Como ahora, aunque sean las pantallas de los ordenadores a través de las que viajen la mayoría de esos sustantivos abstractos y los borrachos bohemios ya no se reúnan en guetos sino en cómodos salones convertidos en centros de ocio multimedia. Sin embargo el vino, los cigarrillos y la noche siguen siendo elementos indispensables. Y que dure.

Tal vez los hijos de la revolución no llevan camisetas de médicos metidos a revolucionarios. Tal vez los hijos de la revolución prefieren realizar una labor callada desde dentro del sistema. Tal vez los hijos de la revolución están haciendo una revolución con el vecino de al lado, en lugar de con los antiglobalización en cualquier plaza europea. Tal vez, sólo tal vez, para ser un hijo de la revolución no hace falta más que una conexión sináptica de más y un punto de mezquindad de menos.

Esto es el fin de siglo. Dedicado a las pequeñas ácates y a los alfileres secretos. (Espero que se escuche en inglés y no en chino mandarín...).

lunes, 8 de octubre de 2007

Don

Por fin un reconocimiento a tanto esfuerzo. Después de tres discos, de llenar estadios multitudinarios en América, de visitar España acompañados de la siempre sorprendente Alaska... por fin, digo, a Miranda! los han nominado para tres premios en los MTV Latinos y a uno en los Grammy Latinos.

Con estas expectativas y con su presentación en EEUU, puede que el siguiente paso sea España. Por una parte sería todo un lujo tenerlos aquí de promoción (me encargaría de hacerles una entrevistitia, jeje). Claro que entonces ya no sería un grupo de minorías y las adolescentes patrias comenzarían a llenar sus carpetas de clase con las fotos de Ale (que se ha morreado en el vivo y en el directo con su otro compañero de escenario) o de Lolo. Los conciertos también serían una pesadilla, con niñas desmayadas y aluviones de peluches, masificación, pisotones e histeria colectiva.

¡Cómo somos! Alegre y saltanto de contenta me he puesto cuando he recibido la noticia al meterme en su página web. Y ahora me debato entre la parte de niña-fan que hay en mí y la adulta a la que no le gustan las aglomeraciones, los gritos, el tirarse de los pelos y el rechinar de dientes. Vivir para ver.

Está claro que no podían continuar en el anonimato ibérico por más tiempo. Pero entonces ya no será nada especial que a mí me gusten. Sobre todo si le llegan a gustar también a personajes como mi hermana. Y eso fastidia.

De película (y II)

Si alguien me preguntase si los ángeles existen, la respuesta sería no. Los ángeles de Machín, esos que están en el cielo, llevan el culito tapado con un paño color crema, no tienen sexo y tocan la cítara, esos no. Sin embargo, los ángeles de carne y hueso existen, caminan entre nosotros y de vez en cuando nos los cruzamos. O, mejor todavía, convivimos con ellos.


Cuando se tienen, no uno, sino varios ángeles de la guarda el mundo parece un lugar mejor. Esos ángeles transmiten alegría, fuerza, seguridad, cariño y todo sin pedir nada a cambio. Lo más sorprendente es que cada uno puede convertirse en el ángel de otro al recibir cada una de esas virtudes ajenas. Una pasada. Y la gente no lo sabe, me temo.


Uno de mis ángeles me ha demostrado hace poco que lo que vemos en las películas es cierto. Hay personas hechas el uno para el otro; hay momentos llenos de romanticismo y amor en la puerta de al lado, no sólo cruzando el charco; existen el respeto, las almas gemelas, las naranjas enteras y los giros inesperados que te cambian la vida.


Y también existe la amistad con mayúsculas, la que no entiende ni de tiempos ni de espacios, de cambios, de esfuerzos.


En realidad mi angelito de estos días sí es rubio. Casualidades de la vida.

jueves, 4 de octubre de 2007

De película (I)

Mari, ¿te imaginas que tres mujeres de la misma familia puedan liarla en cosa de diez minutos con la misma persona?

La escena. El presidente del gobierno autonómico viene al ayuntamiento de mi pueblo. Cuando el hombre se está bajando del cochazo, una señora mayor, a grito pelado, dice que para cabezón ya tiene a su marido en casa. Minutos después a su nieta, que no tenía por qué estar en ese sitio en ese momento, el político en cuestión le da la mano con esa sonrisa de anuncio que ponen los adalides cuando la plebe se agolpa. Segundos más tarde, la tía de la que no tenía que estar ahí le dice al señor presidente que gente más importante ha venido al ayuntamiento y ha dicho buenos días, todo eso en sus morros y con la cara más dura que el cemento armao.

Lo que puede parecer una película española (en la que Chus Lampreave sería la abuela, Blanca Portillo la tía y ... ¿quién haría de la joven e intrépida periodista que, por cotilla, termina saludada por el político?) ... sucedió de verdad.

Sí, Mari, era yo. Mi abuela siempre dice: “¡Qué familia tan complicada, que no le falta de nada!” Qué razón tiene. Y cómo son los genes, Mari. Una bomba de relojería.

Por cierto, ¿quién haría de mí en una película?

viernes, 28 de septiembre de 2007

La Lola se va a los puertos, la Isla se queda sola

¿Nunca os habéis planteado largaros? ¿Coger las maletas y cambiar de vida o, simplemente, mejorarla, darle un renovado impulso? Hay un refrán que dice: "Grulla, a tu tierra aunque sea con una pata". ¿Qué nos tira tanto del terruño?
Los valientes, dirán algunos, son los que acumulan experiencias en sus vidas, se lían la manta a la cabeza, viajan, no paran, van de aquí para allá sin asentarse nunca y sin comprometerse con nada ni con nadie. Aprenden, ven, oyen, asimilan, estudian, reflexionan. Y con menos de 30 años son unos cerebros privilegiados que cobran un pastón en el trabajo de sus vidas.
Pero, ¿qué pasa si una está a gusto en su sitio? ¿Si, aunque nada ni nadie la una a la tierra se queda quieta por voluntad propia, no por miedo o comodidad? Eso es por lo que peleábamos, ¿no? Por el derecho a elegir. Entender no es lo mismo que aceptar.
Está claro que el largo camino de la vida nos lleva por lugares insospechados y acabamos donde empezamos, donde menos lo esperábamos o en el mismo sitio pero con otra visión del mundo. Lo mejor es sentirse reconciliada, en paz. ¿O es que acaso hay que perseguir siempre una meta más allá de lo que alcanza la vista? Correr detrás de conejos blancos con reloj y chistera está muy bien para los cuentos de hadas. O de brujas. O de matemáticos chiflados a los que les gustan las niñas. Quedarse sentada en casa, leyendo un libro, es una opción. No hace falta moverse siempre. No sólo eso, sino que desde la tierra que una pisa se puede abrir un mundo entero de posibilidades. Y eso es genial. Sobre todo si llevas tacones y te aprietan en el talón.

De aquí a Hortaleza

Cuando ya parecía que mi patético pueblo se iba a sumir en el caos y la destrucción, me plantan un bar de ambiente en una esquinita. Ya teníamos la discoteca más grande de España (o eso dicen ellos), el puesto de perritos calientes más porculero de España (eso lo digo yo) y la rotonda más grande de Europa (no digo yo que no). Ahora tenemos el bar gay. Un bar gay reconvertido después de haber sido uno de los garitos más chungos de la historia de Hill Valley (Patrice, te robo la frase por un momento). En fin, que entre unas cosas y otras he recalado tomándome un cafelito entre paredes rosas y sillas traídas desde Barcelona (qué lujo, Mari). De momento sólo se llena los fines de semana, dicen los que han traspasado esas puertas, pero no sé yo hasta qué punto en este pueblo tan rancio, a pesar de los desfiles del 28 de junio, las banderas, las mariquitas locas del carnaval y la ciudad para vivir, tendrá aceptación un lugar en el que las peras y las manzanas se mezclan como les da la gana.
Lo que son las cosas, el dueño es un antiguo compañero mío del parvulario (fuimos novios de preescolar, toda una historia) que, hartito de la movida promovida, ha decidio pasarse a una clientela un poco menos berraca. Lo que yo no sé es si los gays de este pueblo saldrán del armario sólo para pasarse por la fachada multicolor del bareto o si, por el contrario, preferirán tener su fondo de temporada en los clásicos de la capital. El dueño dice que a lo mejor se crea una nueva Chueca al socaire de su local. Lo dudo. Lo dudo mucho. Aquí, que todavía se venera lo cofrade, lo romero y lo campero no hay cultura gay (no hay cultura, en general, me atrevo a decir) y no la habrá por muchos espectáculos drag que se hagan. Pero esto es como todo, claro. Que por qué hay discriminación positiva, que por qué se celebra el día de tal o cual cosa, que si la normalización pasa por otros puntos y no por el gueto...
En fin, ya he pisado ese suelo y me he sentado en sus banquitos de diseño. No puedo decir que no he estado allí. Larga vida al ambiente, si es que sobrevive y si es que consigue convertirse en un verdadero lugar de tolerancia y respeto. Nada me incomoda más que el respeto mal entendido.

viernes, 14 de septiembre de 2007

La píldora del día después

Como dirían los Hombres G (que vuelven, por cierto), hoy hace un año. No un año exactamente, faltan dos días. Pero estas 363 jornadas se han pasado como un suspiro. Casi sin sentir. Al autohomenaje de enemistad íntima del año pasado por el cuarto de siglo le sigue ahora un sentido pésame por lo que ya no volverá. Y mejor que no vuelva, en realidad.

Aprender a mirar hacia adelante es todo un reto, aunque más de una vez me haya quedado de sal, como la mujer de Lot, por culpa de mi manía por el retrofuturismo.

Como los balances, reflexiones y recuerdos me deprimen, aquí os dejo un tema de mis recién descubiertos mutantes preferidos. Homenaje a todos los que sufren por el pasado.


Y aquí tenéis la letra.

Yo se que no voy a cambiar
y que voy a morir así.
Yo se que el tiempo va a pasar
y nunca voy a ser a feliz.
Hoy no encuentro una razón,
hoy para querer vivir.
Yo se que tú sabías ver
las cosas buenas que hubo en mí.
Y que no hay nadie que
me haya hecho tan feliz.
Tú me hacías sonreír.
Tú me das la vida y la luz.
¿ De que me sirve respirar
si el aire no te llega a ti ?.
¿De que me sirve tu amistad
si verte me hace sufrir ?.
Hoy no encuentro una razón,
hoy, para querer vivir.
Tú me hacías sonreír.
Tú me das la vida y la luz.


Sapo verde tu yuuuu...

lunes, 10 de septiembre de 2007

La jungla 'returns'


"No me puede estar pasando lo mismo por segunda vez", dice John McLain (echamos de menos tu camiseta blanca) en un aeropuerto, abarrotado de gente que va a celebrar las navidades con su familia, mientras su mujer está en un avión, cagada de miedo porque unos terroristas (qué raro) lo han secuestrado. Ahora le toca modernizarse y comprarse un portátil 4.0.

A todo esto Batman se vuelve a colar por un agujero que no debe mientras Nicole lo espera con una batita fresquita de Pucca. ¿Otra vez estás aquí? ¿No te dije que las visitas sorpresa en mitad de la noche me ponen de los nervios? Pero que si quieres arroz, Catalina. Mis visillos nuevos no, te lo advierto, que cojo y te rajo con el cortauñas.

Y, mientras, el Gran Hermano de la desfachatez sigue su vida como si tal cosa, ciego perdío, batiendo la plusmarca mundial de oseatelojurodeverdad por segundo.

Las princesas se casan con plebeyos, los guapos tienen hijos como conejos, las canastas de baloncesto no se cansan, España se termina en Los Pirineos con jersey oro, el torero ensangrentado se levanta de su cama de hospital para que los demás sepan lo que es bueno y los pilotos de fórmula 1 tienen licencia para matar.

Por si fuera poco, el Sr. Darcy se me aparece en sueños y me enseña una tableta de chocolate que ni las de Suchard. Como buena pecadora que soy, le doy un pellizquito. Sólo uno. Lo que hay que hacer para no tener michelines...

viernes, 31 de agosto de 2007

Malos tiempos para la lírica

Malos tiempos para estar en la palestra, a juzgar por las muertes recientes de deportistas, actores, escritores... Aunque como dice la sevillana "Cuando mueren los famosos todo el mundo lo lamenta. Cuántos pobrecitos mueren y nadie los tiene en cuenta". Sensibilizada o no con esta mala racha en el mundo de las artes, más o menos bellas, más o menos artísticas, pensé: sólo falta el torero. Y ahí estaba, en una plaza mítica, en una fecha que para nadie pasa desapercibida, uno de los toreros, dicen, más elegantes, heredero confeso de Manolete. José Tomás estaba en Linares el mismo día y con los mismos malos augurios que su maestro. Sin embargo, los hados quisieron que todo se quedar en un susto y ahora no haya que lamentar otra pérdida en una semana negra en la que los medios de comunicación se han puesto las botas (¡cómo somos los periodistas en estos casos!).

Aunque no soy seguidora de la fiesta nacional (todavía no sé el por qué de esa denominación), me horroriza la sangre y considero que la valentía se demuestra de otra manera, no pude evitar soltar unas lagrimitas de emoción cuando el diestro, montera en mano, se dirigió al tendido y le dedicó su primer toro a un Sabina que se derramó en lágrimas cuando el otro dijo las palabras mágicas: de purísima y oro. Yo, que no sé nada de nada del toreo, me desbordé también por lo que supone esa canción en mi vida, por lo que supone el cantante en mi vida y por lo que su discografía me hace revivir. El encefalograma del corazón es tan complicado que con una imagen tan horrenda como la cogida de un torero se puede volar hasta tiempos y espacios de color de rosa sólo con conectar sinápticamente las neuronas del sentimiento.

No soy un fulano con la lágrima fácil, dice el de Jaén en una de sus míticas letras. También dice que no quiere amores civilizados. Todos mentimos. Todos lloramos. Todos somos fáciles cuando se nos toca la fibra sensible. En definitiva, a todos se nos puede dar la puntilla aunque nos resistammos.

Como recuerdo, esta perla. "Al día siguiente hablaban los papeles de Gilda y del Atleti de Aviación"

miércoles, 29 de agosto de 2007

Boo boo bee doop

Joven, guapa, famosa, con curvas de infarto y rubia platino. ¿Qué tendrá esa combinación que a todas les da por lo mismo? Ahora es Scarlett Johanson la chica de cabellos dorados que se decide a levantarles la moral a los soldados norteamericanos en Irak. Mira ella qué considerada. No es porque esté en la cresta de la ola, ni porque quiera promocionar varias de sus películas, ni porque le paguen una pasta ni porque se sienta más bonita que ninguna. No nos equivoquemos. A ella le ponen la piel de gallina esas cartas que le escriben los soldaditos de su edad, o incluso más jóvenes, diciéndole lo dura que es la guerra. No le escriben porque sea la nueva novia de América, sino porque tiene un máster en relaciones internacionales.
Y eso que a mí la chica me cae bien. Me parece buena actriz, adorable y entiendo que los hombres se vuelven locos por ella. Pero ¿cómo se puede decir esta frase?: "No sé si cantaré para ellos. Probablemente sólo subiré al escenario a exudar un poco de sex appeal y andar por allí. Soy tan afortunada por tener la oportunidad de hacer algo..." (en El País de ayer).
Lo que yo digo, que a todas les da por lo mismo. Ya fue Marilyn, y hasta nuestra Marta Sánchez, en un ejemplo de ardor patrio que ni yo con la proximidad de la Vuelta. Por lo menos la rubia ibérica sí canta, no así la Johanson, que ya se encargó de destrozar la canción Just like honey, en el vivo y en el directo, en un arranque de osadía e inconsciencia. Así que mejor que no cante. Que exude y que sude, pero que no cante. Por el bien de la humanidad.
Ella dice que quiere hacer algo, pero no sé yo si levantarle la moral a la tropa resulta de alguna utilidad, sino más bien un incordio para y pico hombres que están allí sin catar hembra durante meses. En el caso español teníamos a nuestra Anita Obregón, aunque me parece a mí que últimamente está de capa caída. Repaso las caras más conocidas del ruedo televisivo y no se me ocurre ninguna. ¿A quién mandaríais vosotros? Os echo el guante, pecadores.

lunes, 27 de agosto de 2007

Back to the future

Más de las nueve de la mañana y por la oficina no aparece nadie en este día en el que se supone que regresamos al trabajo después de un mes de asueto. Me he levantado alegre y con energía, aunque todavía mareada por el madrugón, en este lunes todavía de agosto. El reencuentro siempre es alegre (se acaba de producir) y volver a lo malo conocido reconforta, sobre todo cuando los terremotos todavía sorprenden con alguna sacudida los cimientos de mi casa.
El descanso estival ha surtido por fin su efecto en esta pecadora que de nuevo os da la bienvenida a este rincón, donde todo se mezcla y donde todo parece que tiene más sentido.

lunes, 23 de julio de 2007

Las bicicletas son para el verano

No sé qué tiene el ciclismo que, quieras o no quieras, termina por enganchar. ¿Qué hacer una tarde de domingo, en verano, con el calor que cae, aburrida de la vida? Pues una enciende la tele y, en vez de las true stories de la sobremesa, se pone la 2 con esos muchachos en maillot, escalando puertos de montaña en los Pirineos.
Encima, si es un español el que tira del pelotón o el que se pone en la teté de la course, le entra a una un ardor patrio que ni con la selección española. Después de muchos años de reinado de Lance Armstrong, le toca el turno a las jóvenes generaciones. Y entre estos jóvenes está Alberto Contador, que va segundo en la clasificación general.
Vaya etapa la de ayer, aguantando como un campeón a rueda de Rasmussen, que le lleva nueve años de edad y varios de experiencia en el deporte. Aunque el danés le propuso algo cuando apenas quedaban tres kilómetros, el español declinó la oferta, ante el individualismo, y yo diría que el egoísmo, del maillot amarillo. Sufriendo, con cambios de ritmo, pegados a las vallas de seguridad, con los aficionados dando el coñazo (¿no entienden que si los empujan pierden toda la concentración o, algo peor, se dan el castañazo?), con el frío, la humedad, el viento... así fue el final de etapa, una de las más emocionantes de los últimos años.
Escalador, joven y prometedor, Contador tiene por delante la oportunidad de volver a ilusionar a miles de españoles con el sueño de un podio en la general. Ojalá la sombra del dopaje no planee nunca sobre sus dos ruedas.
Lo que yo digo. Ni la selección española me levanta tanto el patriotismo como este deporte de minorías. Y eso, que a veces me pongo el ciclismo como somnífero...

jueves, 12 de julio de 2007

La casa grande de Pin y Pon

Cuando eres pequeño, no quieres oír ni hablar de dormir después de comer. Sólo quieres ir a la piscina o jugar con tus Pin y Pon, aunque sea en el patio, con 43 grados cayendo a plomo. Las tardes de verano se hacen eternas cuando tienes tres o cuatro años. La vida parece detenerse y el mundo deja de girar a tu alrededor. Las sobremesas se convierten en mundos inexplorados, cuando todos los demás duermen plácidamente, de mirar cajones vetados, rebuscar en el frigorífico, leer libros prohibidos, seguir una hormiga hasta su guarida, ver la quietud de una lagartija en un poyete, aspirar el aire lleno de olores de jazmín, limón, hortensia y flor del paraíso... Entonces no era necesario sobar intensamente, porque la vida se deshacía en el fuego del asfalto quemado de las tres de la tarde sin que importase el futuro.

Por entonces sólo importaban los cursillos de natación a las nueve de la mañana, el polo de después de comer y ducharse rápido por la tarde para irse a la plaza a jugar con las demás niñas. La vida era una sucesión de acontecimientos entres los que no hacía falta detenerse con una siesta después de comer. La energía rebosaba nuestros poros y nos sacudía como si fuesen descargas eléctricas.

Nunca he sido tan feliz como aquellos veranos en el jardín de la casa de los abuelos, en una tumbona, cogiendo toda la calima del mediodía, hablando sola o con mis muñecos, recogiendo tierra con el camión volquete y enredando sin que los mayores lo supieran. La siesta era el reino de los niños, mientras el mundo adulto descansaba de su ajetreo.

Ahora la cabezadita es perentoria para continuar viviendo. La inocencia quedó atrás y sólo el trabajo puede interrumpir la placidez de cerrar los ojos mientras unos tíos en mallas suben el Tourmalet. Ni siquiera existen ese patio, ni ese jazmín ni ese limonero. El aire acondicionado, tan lejano en los tiempos de mi niñez, es ahora un electrodoméstico más de la casa, tan necesario como la lavadora o la turmix.

La sobremesa ya no es el mundo mágico de lo desconocido. Ahora es un trámite que hay que pasar lo mejor posible para volver a la oficina, a pesar de que el suelo se derrite debajo de las sandalias y las ideas se confunden con fantasías de maragaritas de ron blanco a la orilla del mar.

Se nota que necesito unas vacaciones. Ya.

lunes, 9 de julio de 2007

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Las relaciones humanas son de lo más raras y he llegado a la conclusión de que, aunque seamos seres sociales y todo ese rollo filosófico ateniense, estar junto a otros semenjantes es más una cuestión de supervivencia. ¿No habéis sentido nunca la sensación de que una noche de marcha os habéis vestido para matar y que no quedará títere con cabeza porque no habrá nadie capaz de resistirse? Pues haced la operación a la inversa: sentir como si fueses, literalmente, un pulpo en un garaje; pequeñita, pequeñita ante los demás, casi al borde de la invisibilidad. Una u otra sensación desemboca en situaciones bien distintas, claro.

La cuestión es que todos buscamos a alguien o a algo, en su defecto. Y ya no importa la barrera del género. Hombres y mujeres, todos estamos a la búsqueda del grupo que nos define, por semejanza o por diferencia. Heteros, gays, lesbianas, bisexuales..., eso ya da igual, porque se borran las fronteras. Sin embargo todos buscan lo mismo: una mano amiga o una cama amiga, que los lleve hasta un grupo humano en el que sentirse integrado. Somos así de sociales. Y de superficiales.

Llevar una diadema con una flor, un vestido rojo atado con un cinturón y unos zapatos a juego sólo rechinan fuera de contexto. Un beso furtivo y un abrazo robado pueden ser sólo eso o ser mucho más según quien lo dé y quien lo reciba. El dulce mareo que provoca el alcohol puede ser el preludio de una vomitona o de un bailoteo hasta que el cuerpo aguante. Son los demás los que definen los límites por aceptación o rechazo.

Claro que, en este mundo superficial, si se es una diva de metro ochenta, rubia, con tacones, delgada y con una sonrisa de dientes perfectos, todo se te consiente. Ahí sí que se borran los límites. Da igual lo que se haga. Si se eructa, los hombres lo consideran adorable. El mito sigue vigente.

¿Será que la envidia y los celos son naturales en el ser humano y no podemos remediar sentirlos? ¿O será que las mujeres somos todas unas zorras malignas del infierno?

viernes, 6 de julio de 2007

Pluscuamperfecto de subjuntivo

No una, sino varias, son las noches que llevo sin dormir por diferentes razones. Huyendo del calvario de los últimos capítulos de Grey, que ya he visto por ser muy adelantada yo, anoche me dediqué a disfrutar de la maravillosa programación veraniega de nuestras teles nacionales (con las autonómicas ya ni me atrevo).

Entre la variadisísima oferta se encontraban dos nuevas adquisiciones para la parrilla televisiva que no podéis dejar de ver, aunque sólo sea una vez en la vida. Aperreada como estaba ayer, uno de los dos programas me heló el corazón y me hizo hasta reír. Nadie es perfecto se llama la aberración. Los dos equipos son listos contra guapos, aunque no sé por qué no le han puesto directamente feos contra guapos, porque es lo que todo el mundo piensa. Ahora bien, los listos son muy listos y los guapos son muy tontos. Siliconadas ellas, musculados ellos pero juntos no creo que lleguen al coeficiente intelectual de una hormiga obrera. ¡Confundían al Dalai Lama con el Papa y no sabían quién era George Bush! Sobre todo ellas. Mi teoría es que cuando les ponen la silicona, alguna conexión neuronal deja de funcionar y todo se va al carajo.

Con todo, los supuestos feos listos les dieron una lección de humildad, de superación y de inteligencia, que no es solamente saber qué es un eclipse (por dios, por dios) o cuánto es 7x9 (vale, la tabal del 7 es jodida, pero eso es de 3º de EGB), sino que demostraron que la inteligencia también es saber superar las dificultades, tener buen humor y reírse de uno mismo (¿a quién se le ocurriría vestirlos a todos con esos trajes super ajustados y transparentes con los que, efectivamente, parecían espermatozoides?).

En fin, que por otro lado estaban quedando en ridículo licenciados y diplomados en Antena 3 respondiendo mal preguntas que saben contestar niños de Primaria. No hay que ser una lumbrera para conocer la respuesta a semejante pregunta: ¿Cuál es el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo del verbo amar?

Si yo hubiera o hubiese sido el concursante me habría dado vergüenza de no saberlo.

Todo sea por el espectáculo y por mitigar el insomnio de una noche de verano.

domingo, 1 de julio de 2007

Lo confieso, a veces soy débil... y me gusta

Tengo una mala noticia
no fue de casualidad
yo quería que nos pasara... y tú, y tú
lo dejaste pasar

No quiero que me perdones
y no me pidas perdón
no me niegues que me buscaste
nada nada de esto
nada de esto fue un error
nada fue un error
nada de esto fue un error

Los errores no se eligen
para bien o para mal
no fallé cuando viniste... y tú, y tú
no quisiste fallar

Aprendí la diferencia entre y juego y el azar
quien te mira y quien se entrega
nada nada de esto
nada de esto fue un error
nada fue un error
nada de esto fue un error

Coti, Paulina y Julieta: Nada fue un error

Échale valor

Aún no apagues la luz,
Quiero verla en tus ojos brillar.
Arde la calle de madrugada,
Me ha abrasado el corazón.
Tenías razón, voy a acabar contigo.

Mañana haré que te despiertes,
Me gusta hacerte rabiar.
Ya sabes por dónde ando,
Merodeando a tu alrededor.
No me digas que me evapore,
Que sufre mi corazón,
Cargado de ideas brillantes,
En los bolsillos.
Tenías razón, estoy fumando demasiado,
Y te sabe a demonios que diga que no.

Aún no apagues la luz,
Quiero verla en tus ojos brillar.
Arde la calle de madrugada,
Me ha abrasado el corazón.
Tenías razón, voy a acabar contigo.

Con un poquito de suerte,
Y algún capote, yo me abro camino,
Con una mano delante y otra detras.
Se abre el telon y sale el sol entre los tejados,
Es una nueva mañana para los dos.
Tenías razón,
Las cosas no son tan sencillas,
Y morirse de risa es la muerte mejor.

Aún no apagues la luz,
Quiero verla en tus ojos brillar.
Arde la calle de madrugada,
Me ha abrasado el corazón.
Tenías razón, voy a acabar contigo.

Amaral: Voy a acabar contigo

lunes, 25 de junio de 2007

Batman strikes again


"¿Por qué un murciélago? Los murciélagos me dan miedo. Mis enemigos compartirán mi miedo", eso dijo Bruce Wayne en Batman Begins.
Y ahí me tenéis a mí, como una damisela de diadema floja, atrincherada en mi habitación a las tres de la mañana porque he oído un aleteo en el cuarto contiguo. Para entonces aún no sabía que era una rata peluda con alas lo que se me venía encima, sólo tenía la prevención de no acabar a lo Tippi Hedren. Pues así andaba, cual Jodie Foster en la habitación del pánico (el pánico lo ponía yo, claro), sudando a chorros, sin querer siquiera ni respirar.
Media hora estuve decidiendo si abrir o no la puerta, llorando y riendo a un tiempo, al borde del ataque de nervios y preguntándome por qué a mí. Cuando el reloj de la iglesia cercana dio la media aún estaba yo con el pomo de la puerta en la mano, tensa y casi morada del esfuerzo. Pero la abrí. Abrí la puerta, la cerré, encendí la luz de la otra habitación, abrí la persiana de un tirón y llamé, como el que llama a un minino, al pajarillo, que se había ido estampando progresivamente contra mi puerta provocando espasmos y esclofríos en esta que os escribe. Contrariamente a lo que se podía pensar de una avecilla atrapada, el bicho en cuestión se iba hacia el lado opuesto al que yoiba encendiendo luces. Hasta que se quedó parado en la puerta de entrada de mi casa, en una postura muy poco ortodoxa para un pájaro normal. Y entonces caí en la cuenta.
Ahora sí que lloraba, temblaba y sudaba. Había entrado en mi casa un murciélago. La madre que me parió, fue lo único que podía pensar, aterrada, mientras cogí el móvil entre mis manos, como si pudiese hacer algo. (¿Por qué pensamos que el móvil nos puede solucionar la vida en cualquier situación?). Para lo que sí sirvió fue para realizar una llamada en mitad de la noche, levantar del sofá a un buen amigo y pedirle, entre sollozos, que me quitara de encima al bichejo. La razón: no podría dormir sabiendo que un vampiro estaba en mi casa y que a la mañana siguiente lo tendría que ver. Aaarg.
Rapunzel, tírame tus trenzas. Y ahí que me planté, en la ventana, tirándole las llaves a mi salvador (los amigos de Peter tenemos suerte) que se carcajeó de mí durante varios minutos, en los que hasta yo me sentí ridícula, en camisón, despeinada y con cara de loca. Ni rastro del glamour de una Pffeiffer, una Kidman o una Bassinger. Claro que aquel bicho no tenía los ojos de Keaton, los morros de Kilmer, el sexappeal de Clooney ni la tableta de chocolate de Bayle. Ni siquiera la sombría elegancia de Oldman.
Una tila y un cigarro después conseguí más o menos tranquilizarme. Pero aun así miré y requetemiré detrás de puertas, armarios, en esquinas, muebles y hojas de ventana para asegurarme de que ninguno de sus congéneres estaba por allí.
Esta mañana, muerta de sueño y con la sensación de que todo había sido una broma de mi subsconciente, no pude más que reírme al mirarme al espejo. Aquello no había sido para nada digno de Tim Burton, sino un mal capítulo de Aquí no hay quien viva. Ja.

viernes, 22 de junio de 2007

Un cobarde como yo

No, no pretendas tener la razón, no me vengas pidiendo perdón,
no me digas que ha sido un error, que lo sientes.

En fin, de qué sirve un futuro ideal, construido en terreno ilegal
un pasado que me hace dudar del presente.

Y yo, me defiendo atacándote así, retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí, retorciendo palabras de amor
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.

No, no te inventes un nuevo color, transparente como una traición
camuflaje para una ilusión de mi mente.
Por fin, los milenios son un decimal, un trocito de tiempo fugaz
algo efímero y bien poco más sin ningún valor.

Y yo, me defiendo atacándote así, retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí, retorciendo palabras de amor
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.

Los milenios son un decimal una suma de cifras de tiempo sin más,
voces nuevas presentes futuras pasadas que van retorciendo palabras de amor
construyendo edificios que no durarán, un diseño de algo fugaz,
arquitectos de frases que me hacen dudar y que intentan decirme que no sé lo que quiero.

Y yo, me defiendo atacándote así, retorciendo palabras de amor,
intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo.
Y yo, me sorprendo diciendo que sí, retorciendo palabras de amor
intentando que hagan por mí lo que yo ya no puedo.

Construyendo edificios que no durarán, un diseño de algo fugaz,
arquitectos de frases que me hacen dudar y que intentan decirme que no sé lo que quiero.

Fangoria. Retorciendo palabras.

miércoles, 20 de junio de 2007

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Las relaciones humanas son de lo más raras y he llegado a la conclusión de que, aunque seamos seres sociales y todo ese rollo filosófico ateniense, estar junto a otros semenjantes es más una cuestión de supervivencia. ¿No habéis sentido nunca la sensación de que una noche de marcha os habéis vestido para matar y que no quedará títere con cabeza porque no habrá nadie capaz de resistirse? Pues haced la operación a la inversa: sentir como si fueses, literalmente, un pulpo en un garaje; pequeñita, pequeñita ante los demás, casi al borde de la invisibilidad. Una u otra sensación desemboca en situaciones bien distintas, claro.

La cuestión es que todos buscamos a alguien o a algo, en su defecto. Y ya no importa la barrera del género. Hombres y mujeres, todos estamos a la búsqueda del grupo que nos define, por semejanza o por diferencia. Heteros, gays, lesbianas, bisexuales..., eso ya da igual, porque se borran las fronteras. Sin embargo todos buscan lo mismo: una mano amiga o una cama amiga, que los lleve hasta un grupo humano en el que sentirse integrado. Somos así de sociales. Y de superficiales.

Llevar una diadema con una flor, un vestido rojo atado con un cinturón y unos zapatos a juego sólo rechinan fuera de contexto. Un beso furtivo y un abrazo robado pueden ser sólo eso o ser mucho más según quien lo dé y quien lo reciba. El dulce mareo que provoca el alcohol puede ser el preludio de una vomitona o de un bailoteo hasta que el cuerpo aguante. Son los demás los que definen los límites por aceptación o rechazo.

Claro que, en este mundo superficial, si se es una diva de metro ochenta, rubia, con tacones, delgada y con una sonrisa de dientes perfectos, todo se te consiente. Ahí sí que se borran los límites. Da igual lo que se haga. Si se eructa, los hombres lo consideran adorable. El mito sigue vigente.

¿Será que la envidia y los celos son naturales en el ser humano y no podemos remediar sentirlos? ¿O será que las mujeres somos todas unas zorras malignas del infierno?

miércoles, 13 de junio de 2007

Deformación profesional


Los medios no hacen más que atomentarnos en estos días con noticias absurdas sobre el calor (es obvio, estamos en verano), los pases de modelo (otro tema recurrente para según quién) y, por supuesto, la selectividad. Por si no lo sabíamos, porque hemos estado en una cápsula espacial durante los últimos diez años, es una prueba muy difícil, injusta, en la que te juegas tu futuro, según dicen los estudiantes.
Una prueba, por supuesto, para la que hay que prepararse a fondo durante el curso y no atiborrarse los últimos quince días. Nada de no dormir, ni de pasar calor a horas intempestivas, ni de irse a la biblioteca abierta 24 horas, ni de tomar café, por supuesto. Los excitantes son malos, niños, así que nada de fumar, ni de beber café, ni de drogarse, ¡¡hasta ahí podíamos llegar!!
Hay que dormir ocho horas los días en que son los exámenes. Comer mucha fruta y verdura. Mantener la cabeza despejada y, que no se nos olvide, tener ratos de ocio para no saturarse con los libros.

Si estuviésemos en el messenger pondría una de esas caras de ironía o incredulidad, con una ceja levantada. ¿Alguien escucha cuando los locutores de los telediarios dicen estas cosas? ¿De verdad los alumnos toman anfetas sólo para sacar buena nota en un examen de Latín o de Física? ¿Los estudiantes siguen alguno de estos consejos?

En mi caso empecé a fumar cuando hice la selectividad. Dormía poco y mal. Estudiaba más que vivía y respiraba. Me atiborraba a café (porque todavía mi cuerpo lo resistía). Me pegaba mil horas repasando y haciendo esquemas. No comía. Y al final todo salió bien. Mejor que bien.

Conclusión: los periodistas nos aburrimos cuando llegan estas fechas. Ya veréis como dentro de poco empiezan los apagones de luz por el aumento del consumo de aires acondicionados a ser noticia. Si es que...

viernes, 8 de junio de 2007

Dime que no son pa comérselos


Mi parte hortera (esa de la que se sorprendió ayer mi peluquera mientras yo me relajaba en el lavacabezas) está de enhorabuena. ¡Por fin! Nuevo disco de Miranda! El disco de tu corazón. Más petardeo que nunca y más letras de culebrón que nunca. Me recuerdan a la Loba Herida o a La Dama de Rosa, con esas historias de amores imposibles, amores perros y amores desgraciados que nunca llegarán a buen puerto. (Quién no se acuerda del doctor Buitrago, que le hizo la vida imposible a la pobre Topacio y a Luis Alberto, ay).
Miranda! ha conseguido que yo baile sin preocuparme por quién me mira, pero también han conseguido arrancarme alguna que otra lágrima facilona con esos versos desgarrados, que rayan lo naíf, pero que me enganchan cosa mala. ¿Quién, si no ellos, se atreverían a empezar una canción con un "Hola qué tal cómo te va, qué frase tan vulgar, con la que me voy a presentar"? ¿Quién, si no ellos, podrían decir cosas como "sabes que es necesario terminar en una habitación" sin que suene porno?
Sólo ellos harían una canción con Julieta Venegas (puag) y conseguirían que me gustase (se me ponen los vellos de punta con 'Perfecta'). Sólo estos cuatro (vuelven a ser cuarteto) me harían volar de nuevo a la otra punta de España para verlos en concierto en una visita relámpago. Y sólo ellos me harían sonreír y no vomitar con un vestuario de circo de barriada y una portada del disco casposa y llamativa.
Los adoro, es Miranda mi amor y todavía no sé por qué.

jueves, 7 de junio de 2007

Punto, set y partido


Yo iba a hablar aquí hoy de cómo me hago invisible ante la gente por no sé qué motivo y de la rabia que da que una tipa con pocos años más que yo llegue a ser comisaria de exposiciones, con un bronceado envidiable, unas piernas que llegan a mi cabeza, unos zapatos de impresión y una melena que ríete tú del Fructis.
Pero resulta que he abierto el periódico y una noticia de sociedad ha llamado mi atención por lo dantesco. Un alto ejecutivo vasco, afincando en Londres, le ha reventado el cráneo a su hija de dos años. Para que nos hagamos a la idea del drama, el periodista ha comentado en la noticia que (y reproduzco literalmente) "Vivía con su esposa, natural de Cabo Verde, y la pequeña en el mismo edificio de lujo en que vivían los protagonistas de la película de Woody Allen Match Point". Ganaba 750.000 euros al año y aparentemente no podía desear nada más. Pero lo hizo.
Pone los pelos de punta leer una noticia como esta, y más tan temprano, cuando el cuerpo no se ha hecho todavía a los sinsabores de la vida diaria. Dicen que las presiones de su nuevo trabajo, del cargo de responsabilidad, de no poder cometer errores, lo llevaron a un desvarío de tal calibre.
¿Somos los seres humanos tan impredecibles? ¿Somos capaces de la mayor crueldad con un ser indefenso sólo porque nuestro jefe nos putea? Me gustaría creer en la bondad y en que la felicidad no se basa, como queda demostrado, en el dinero. ¿De qué me serviría tener las piernas largas, un melenón leonino, un bronceado espectacular y un cargo de responsabilidad extrema? Me serviría para que los demás me admirasen como ayer yo admiraba a la tipa esta. Pero ahora me pregunto si ella es tan feliz como yo, con mi sueldo precario, mi piso de alquiler barato, mi celulitis, mi ropa de mercadillo y/o multinacional barata, mi piel blanca y pecosa y mis chanclas. Para la gente que me quiere sí soy visible. Así que prefiero un fuera o dar en la red todas las veces que haga falta.

miércoles, 6 de junio de 2007

Infiel

Parece que no, pero da cosa. Da cosa porque han sido muchos años y cuando entré a la tienda parecía que le estaba poniendo los cuernos a alguien. No es que sea un drama, pero poner el pie en una tienda roja, en lugar de la verde de toda la vida (naranja ahora) me causó una sensación inesperada. Está claro que en este mundo cambiante, en el que sólo mandan la oferta y la demanda, nadie te va a reprochar una portabilidad. Sin embargo, allí estaba yo, como quien va a comprar condones o una prueba de embarazo a la farmacia. Me reía nerviosa, estaba acalorada, e incluso entendí mal una pregunta que me hizo la dependienta amablemente. Como siempre que me suceden estas situaciones pensé aquello de "¡Traje una sandía, qué frase tan original!".
El caso es que ya está hecho. Los dioses del contrato me han tentado y yo he caído. Como dice mi abuela, una señora periodista tiene que tener un buen móvil de contrato. Pues eso he hecho. Todavía no pertenezco a la comunidad del anillo, pero dentro de una semana ya no seré 'amena' nunca más.
Como cantaría Serrat, todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar.

domingo, 3 de junio de 2007

Fiebre del viernes noche

Morena mía
Voy a contarte hasta diez
Uno es el sol que te alumbra
Dos tus piernas que mandan
Somos tres en tu cama, tres
Morena mía
El cuarto viene después
Cinco tus continentes
Seis mis medias farreas de mis medios calientes
Sigo contando ahorita
Bien, bien, bien, bien
Morena mía
Siete son los pecados cometidos
Suman ocho conmigo
Nueve los que te cobro
Mas de diez es sentido

Y por mi parte sobra darte lo que me das
Dámelo bien
Un poco aquí, un poco a quién
Cuando tu boca me toca
Me pone y me provoca
Me muerde y me destroza
Toda siempre es poca
Y muévete bien, que nadie como tu sabe hacer café
Morena agarra, ay me mata
Me mata y me remata
Y vamos al infierno
Porque no sea eterno, suavemente
Que nadie como tu me sabe hacer café
Pero cuando tu boca, me toca
Me pone y me provoca
Me muerde y me destroza toda siempre es poca
Y muévete bien, bien, bien
Que nadie como tu me sabe hacer, uh, café
Bien, bien, bien, bien
Bien, bien, bien, bien

Morena mía
Si esto no es felicidad
Que baje dios y lo vea
Y aunque no se lo crea
Esto es gloria

Y por mi parte pongo el arte
lo que me das
damelo
cuidalo bien
un poco asi, un poco a quien.

jueves, 31 de mayo de 2007

Nena, tú vales mucho

Big girl, you are beautiful

Walks in to the room
Feels like a big balloon
I said hey girl you are beautiful
Diet coke and a pizza please?
Diet coke I’m on my knees
Screaming, big girl you are beautiful!

You take your skinny girl
I feel like I’m gonna die
Cause a real woman needs a real man here's why
You take your girl and multiply her by four
Now a whole lot of woman needs a whole lot more

[Chorus]
Get yourself to the butterfly lounge, find yourself a big lady
Big boy come on around and they'll be calling you baby
No need to fantasize since I was in my braces
A watering hole wher the girls are round, and curves in the right places

Big girl you are beautiful (aha)
Big girl you are beautiful (aha)
Big girl you are beautiful (aha)
Big girl you are beautiful (aha)

Walks in to the room
Feels like a big balloon
I said hey girl you are beautiful
Diet coke and a pizza please
Diet coke I’m on my knees
Screaming, big girl you are beautiful

You take your girl and multiply her by four
Now a whole lot of woman needs a whole lot more

Big girl you are beautiful (aha)
Big girl you are beautiful (aha)
Big girl you are beautiful (aha)
Big girl you are beautiful (aha)

domingo, 27 de mayo de 2007

Pollo después de medianoche

Sevilla. Sábado noche, con amenaza de lluvia y un frío que pela. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo o, lo que es lo mismo, Monasterio de la Cartuja (el de las chimeneas y los altos hornos de donde se sacan las vajillas que se regalan como ajuar). El concierto del año para los modernitos de la ciudad está a punto de empezar. O, mejor dicho, los conciertos. Varios escenarios acogen varias actuaciones de grupos ochenteros (eighties are back) y algunos más nuevecitos.

Ahí estaba yo, casi helaíta de frío (¿por qué no me hice caso a mí misma y me puse los vaqueros?), entre una multitud que acrecentaba mi agorafobia-claustrofobia de esos casos, dispuesta a enfrentarme a una música que no había oído ni remotamente. Ah, y con una calentura en el labio que me había salido esa misma tarde. Horror.

Aunque una se deja llevar por la música y no tiene prejuicios (excepto con el reguetón y el tecno 'a jierro', que no los soporto), tener delante a unas cotorras patológicas (¿a quién coño le importa cómo era el vestido que llevaba Pepita en la boda de su amiga?) y no ver un pimiento porque, qué se le va a hacer, una es chica, me impidieron disfrutar del primer grupo como ellos se merecían. Encima que habían venido de tan lejos los buenos hombres... En fin, que entre desmayos del respetable, posibilidad gratuita de colocarme sólo con el humillo vecino y algún que otro vaivén de la masa, no pude hacerme con lo que voceaba el cantante (clavadito a un profe mío de inglés) desde el escenario.

Una cerveza y un cigarro después, el segundo grupo. Una especie de folk americano que me animó bastante, me hizo bailar e incluso olvidar el frío. La conversación y la compañía también ayudaron, rodeada siempre de los incondicionales. Mirar la fauna también fue una diversión. No había visto tanta variedad junta desde... no había visto NUNCA tanta variedad junta. Por edad, por estética, por tendencia sexual, por gustos musicales, por nacionalidad. Ah, las patatas de supervivencia me salvaron la vida, bien entrada ya la madrugada.

Una madrugada en la que deberían haber hecho caso a las sabias palabras de aquel oriental ciego (¿era ciego o me lo estoy inventando?) que le vendió el Moway al niño de Los Gremlims: no lo mojes, no lo expongas a la luz y no le des de comer después de la medianoche. Pero, como en las pelis de terror, lo suyo es que se desoigan los consejos y se vaya directo a la boca del lobo. ¿De verdad una guitarra, un bajo, una batería y dos acordes hacen una canción? ¿De verdad un ruido infernal es una canción? ¿De verdad, de verdad, hubiesen hecho bises de no haber sido ya las cuatro de la mañana?

A esto se expone una con los festivales, claro. Pero también se aprende de la experiencia. Uno: llevar vaqueros SIEMPRE, aunque te aseguren que te vas a encontrar con el mismísimo Ewan en persona. Dos: llevar un bocata en el bolso (¡un bolso grande, por dios!). Tres: escuchar antes algo de los grupos que van a actuar, para no sentirse bicho raro. Y Cuatro: un par de tapones de oídos, por si acaso.

jueves, 24 de mayo de 2007

El Mono 13 se ha sentado ¡por fin!

El Mono 13

Empezaré diciendo que es jueves, lo que debería ser una pista más que razonable para los que ya conocen este rincón de que no presagia nada bueno. En esta ocasión les hablaré del Mono 13, que ha aparecido subrepticiamente en algunas líneas que he escrito recientemente.
El Mono 13 es un mito de mi propia infancia, tan ligada a los libros, los cuentos de hadas, los poemas, las canciones y las historias. En un ambiente feliz, en el que la vida se resumía a las páginas de los cuentos que mi madre me leía y que luego aprendí a leer yo, cayó en mis manos un libro de Gloria Fuertes, Coleta, la poeta. La historia de una niña excéntrica, que colecciona burros en vez de cromos y viaja al Polo Norte para conocer al pingüino Marcelino. En ese libro, que costó en su momento 530 pesetas, aparece el singular Mono 13. La historia es bien sencilla: en la cabeza existe una salita donde hay 12 sillas y 13 monos. El Mono 13 siempre está apartado, en cuclillas en el suelo, mientras los demás hacen sus monerías sentaditos en sus sillas. Cuando el Mono 13 se harta, se pone a berrear y a discutir y, según Coleta, es cuando nos duele la cabeza.
Para mí el Mono 13 se manifiesta no sólo con la temida cefalea, sino que es el símbolo de esa chinita que se nos clava en el zapato cuando menos te lo esperas. Es el jarro de agua fría en el momento de mayor euforia. Es el demonio perverso que lucha con el angelito celestial para convencernos de la maldad.
Hoy voy a contarles la historia del Mono 13 a unos niños de seis años. Hoy vuelvo a hacer de cuentacuentos (igual que el año pasado por estas fechas) y he decidio que Coleta es el mejor regalo que podría hacerles a estos niños que seguramente no habrán oído hablar de Gloria Fuertes y que crecerán sin ver La Historia Interminable, Los Goonies o Regreso al Futuro. Como dice mi amiga Patriice, es muy probable que mis referencias no sean únicas, que no sea la primera en tener estos pensamientos, que haya más gente que eche de menos esa época en la que todo era más ingenuo y en la que el Mono 13 era sólo un personaje de cuento poético.
Últimamente mi Mono 13 está revolucionado y no hay paracetamol que lo calme.

domingo, 20 de mayo de 2007

El reino de Muy, Muy Lejano (I)

... La joven se giró y sólo alcanzó a ver una silueta que se difuminaba entre la multitud apiñada que cruzaba el semáforo en ese instante. Habría podido reconocer ese cogote entre un millón. Espalda atlética, estatura media, andares de perdonavidas. Seguía llevando el guardapolvo de pana que le llegaba por la rodilla. Eterno.
La coronilla, como siempre, despeinada, y el flequillo casi cubriéndole los ojos. No pudo verlo de frente, pero lo imaginó. Fumando un cigarrillo, sin duda. Las manos fuertes caídas a los lados del cuerpo sólo se levantarían para dar una calada y arreglar algún mechón descarriado. No se habría afeitado hoy. Lo presentía. Llevaría ese aspecto desaliñado de héroe sudado al final de una peli de acción que tanto le gustaba.
Andaría pensando en sus cosas, ausente y ajeno a los cientos de personas que lo rodeaban. Fijándose en algún culo bonito, eso sí. Caminaría hacia ninguna parte, como de costumbre, repasando tal vez mentalmente los días que le quedaban para marcharse. Estaría ensimismado en algún pensamiento que acabaría por desechar a los dos segundos. Memoria de pez.
Dos segundos, el tiempo justo de girar la cabeza, le habían bastado para recordarlo tal como ella lo recordaba. No tal como era, sino tal como lo recordaba.
La joven se preguntó, mientras continuaba su marcha, qué habría venido a hacer al reino de Muy, Muy Lejano. Aunque también podría preguntarse lo mismo de ella.

viernes, 18 de mayo de 2007

Mosquitia Coast

Un mosquito me ha picado en la punta del dedo corazón del pie izquierdo. Estaba yo cómodamente en mi sofá, viendo Friends, cuando sentí una punzada tremenda en la susodicha parte. No noté el resquemor hasta que era tarde, puesto que se trataba de esa hora vespertina en la que no soy dueña de mi cuerpo y las neuronas se sientan un rato a descansar, sin pelearse demasiado con el mono 13.
En esas estaba, digo, y no me di cuenta de que un bichito enano y punzante se estaba apropiando de unos preciados centilitros de sangre, con lo faltita que estoy yo del liquidillo ese rojo que nos corre por las venas. Tras la punzada inicial y el susto de despertarme sin saber quién era ni dónde estaba, lo vi.
El final, podéis imaginarlo. Lo cacé (bichejo torpón...) y le di muerte. No ha sido una gesta memorable ni heroica, pero aunque yo tengo una miniatura de roncha en el dedo corazón de mi pie izquierdo (sí, ese pie en el que una peca sabia habita en el dedo gordo) él se ha despedido de este mundo cruel.
El bichejo no sabía que, aunque medio sopa y atontada por el rurún de la tele, no le quito ojo a mis adorados piececitos. No hay que confiarse, aunque el enemigo esté, o parezca estar, aletargado. La bestia nunca duerme.

jueves, 10 de mayo de 2007

Como la vida misma

"Los números primos son como la vida. Son muy lógicos pero no hay manera de averiguar cómo funcionan, ni siquiera aunque pasaras todo el tiempo pensando en ellos". (frase del libro El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon)

No happy ending


Sin ponerme muy metafísica, porque el calor ya está haciendo mella en mi cerebro maltratado por las ondas del ordenador, me he preguntado, como muchos de vosotros supongo que también, si alguna vez, la vida tendrá un final feliz de verdad. En todos los érase una vez había un y vivieron felices y comieron perdices (¿alguien entendió alguna vez lo de las perdices?). Blancanieves (o Putanieves y el príncipe, en la veresión Pretty Woman), Cenicienta, la Bella Durmiente, son los paradigmas de final feliz que siempre nos han enseñado. De niñas nos conformábamos con ese The End de los cuentos, que siempre mostraba a un valeroso caballero hacia la puesta de sol, cabalgando con su amada a lomos de su corcel blanco.
Ahora eso ya no es suficiente. El coche, el piso (con su consiguiente hipoteca), el teléfono móvil de última generación, la última consola de videojuegos, el dvd, la tele de plasma, la cocina con silestone y placas de inducción, el parqué, el hidromasaje en la ducha, el vestidor en el dormitorio, los cristales de climalit, las vacaciones en un destino exótico, ... se añaden a la lista de objetivos que queremos conseguir para sentirnos vivos y plenos con o sin nuestro príncipe azul. Con, a ser posible. Lo que vuelve a entrar en conflicto con la realidad.
¿Existe el príncipe azul? O, mejor dicho, ¿coincide el príncipe azul de los cuentos con lo que hay en la calle? Todos nos hemos vuelto egoístas, hedonistas, consumistas, perfeccionsitas... y un montón de istas más. Así no hay quien pueda emparejarse, al menos satisfactoriamente.
¿Quién no ha pensado alguna vez en cambiar el príncipe azul por varias ranas que besen de manera decente?

viernes, 4 de mayo de 2007

Me encanta la Plaza de San Francisco en las noches de primavera (y II)

Sevilla en primavera. ¿Hay que decir algo más? La avenida de la Constitución es otra desde la reforma. Han sido meses de puteo para los vecinos de la zona, obras, baches... pero ahora está que da gusto pasear por allí (a excepción de los rieles del tranvía, que amenazan con partir algún tobillo que otro).
La noche es templada, la gente está en la calle, las terrazas se llenan, los árboles están cuajados de flores. Los instintos más primarios salen a la superficie. Y se vuelve lícito frivolizar. A pesar de la que está cayendo (no hay más que poner las noticias para enterarse o trabajar en un medio local con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina, como es el caso) una se permite echar una ojeada al mercado de la carne. Que de vez en cuando también sienta bien.
Los chaparrones de mayo duran poco y lavan los pinos. Pero después de los chaparrones sale el sol y la gente se descoca. En una concentración de personas medianamente grande como el concierto de anoche se puede ver de todo. Niños monos, niñas monas, algunos muuuuy monos, y la sangre se altera, para qué nos vamos a engañar.
Te tomas un vino, tapeas, tarareas canciones, algunas las bailas incluso, echas un vistazo, saludas a gente, fumas, disfrutas de la brisa (¿por qué tendré tanto calor últimamente?) y te sientes tan bien que no quieres que ese momento termine porque, para colmo, estás rodeada de amigos.
Lo dicho. Primavera en Sevilla. ¿Alguien da más?

Kamikaze

El ex presidente del gobierno, ese que lleva bigote y decía “mire usted”, ha sentado cátedra (como siempre). Recientemente ha recibido una distinción de los productores de vino y en su intervención al buen hombre no se le ocurrió otra cosa que criticar la campaña de tráfico que reza aquello de no podemos conducir por ti, alegando que ¿quién ha dicho que yo quiero que conduzcan por mí? No conforme con esa perla, se atrevió a defender el ir con unas copas de más, porque eso no es ningún peligro público.

En fin, soy defensora del buen vino y la buena mesa. Me encantan las largas veladas alrededor de un buen riojita o un blanco fresquito, acompañados de grata compañía y una comida apropiada. Pero me parece de risa que un pro hombre de semejante calado político y social se atreva con chistecitos acerca del si bebes, no conduzcas. Sólo le faltaría que criticase la campaña de un conductor cada noche, porque el coche, como la novia, no se presta.

No sé qué habría pasado si algún rockero de chupa de cuero y pelos de punta hubiese dicho que qué es eso de criticar el hecho de meterse una raya o fumarse un porro. Con pincharse no se le hace daño a nadie... De risa, insisto.

No le bastó con hacerse la fotito, con invadir un país que ni le iba ni le venía, con intentar hablar inglés con acento macarrónico, con poner los pies encima de la mesa o con dejarse melena (que se replantee el largo de la coletilla, por favor). Lo mismo lo vemos en algún programa de estos de drama conduciendo en dirección contraria por la autopista al grito de ¡Banzai!.

Me encanta la Plaza de San Francisco en las noches de primavera (I)

Suddenly something has happened to me
As I was having my cup of tea
Suddenly I was feeling depressed
I was utterly and totally stressed
Do you know you made me cry
Do you know you made me die

And the thing that gets to me
Is youll never really see
And the thing that freaks me out
Is Ill always be in doubt
It is a lovely thing that we have
It is a lovely thing that we
It is a lovely thing, the animal
The animal instinct

So take my hands and come with me
We will change reality
So take my hands and we will pray
They wont take you away
They will never make me cry, no
They will never make me die
And the thing that gets to me
Is youll never really see
And the thing that freaks me out
Is Ill always be in doubt

The animal, the animal,
The animal instinct in me
Its the animal, the animal,
The animal instinct in me
Its the animal, its the animal,
Its the animal instinct in me x2

A propósito del título de la canción, leed esto.

jueves, 3 de mayo de 2007

Días de vino y rosas

Los súper famosos piensan que a ellos no les va a tocar. Y allá va, como una palomita, que se come la calle, en un coche de policía, la tonadillera, la viuda de España, la mujer que luce las gafas de sol haya o no motivo. Ídolos con pies de barro que se creen invencibles, intocables, que al final terminan cayendo.
Se habla de linchamiento público, de juicios paralelos, de hacer leña del árbol caído, de dar carnaza al público embrutecido, de cebarse con una mujer cuyo mayor pecado ha sido enamorarse (esta frase me encanta por lo banal).
Sigue siendo una mujer que, si ha cometido algún delito, deberá pagar ante la justicia como cualquiera. Me daría igual que se llamase Mari Pili y fuese la tendera de la esquina. Pero, claro, no es así.
Se le acabaron los días de vino y rosas, de caminos polvorientos hacia la ermita en los que los besos eran interminables, los paseos sacando dientes, los bailoteos en la feria, los empachos de langostinos y el hoy quiero confesarte que estoy enamorada. Ahora toca que al hijo lo saquen yendo de putas, que tenga que declarar ante un juez con sus sempiternas gafas negras, le tocan los encuentros carnales en la celda de una cárcel, los llantos y el crujir de dientes, encima del escenario y a pie de calle.
Quién le iba a decir a ella, cuando cantaba aquello del marinero de lights que iba a terminar tarareando carcelero, carcelero (¡cómo lo hacía Caracol!).
Los medios no tienen derecho a tratarla como a una diana en la que clavar los aguijones del veneno y la ponzoña, pero quien saca a sus hijos a escena como quien enseña un monito de feria, está expuesta a todo.
En realidad, me da pena.

martes, 1 de mayo de 2007

Odio quedar como una tonta, y encima en día de fiesta

Día del Trabajo. ¿Y qué hago yo? Trabajar, claro. No es ninguna sorpresa. Y para colmo de males, no sólo trabajo en día de fiesta sino que mi jefe me hace quedar como una idiota, cuando yo sé que he hecho todo lo posible por que el puto ordenador arranque sin que él tenga que levantarse de su plácido sueño. Joder.

lunes, 30 de abril de 2007

Big girl, you are beautiful


Cuatro ha vuelto a conseguirlo y se reafirma como mi cadena de televisión favorita. Ahora atacan con 'Desnudas', un formato que me hizo ponerme al borde de las lágrimas (cosa poco difícil en estos tiempos) el viernes por la noche.
Con un concepto totalmente contrario al uso del bisturí, el programa consigue cambiar la percepción, o por lo menos mejorarla, que las mujeres tienen de sí mismas. ¿Quién no se ha visto el culo del tamaño de Brasil alguna vez? ¿Quién no ha pensado que mejor no se pone mangas cortas para no enseñar la flaccidez de los brazos? ¿Quién no se ha puesto un pareo en la playa para disimular? ¿Quién no se ha dedicado a meter barriga cuando ha pasado por delante de alguien? En fin..., la que esté libre de complejos, que tire la primera piedra. El caso es que en este programa no te culpabilizan, ni te dicen que lo mejor es que te operes porque estás horrible y hecha un asco. NO.
Muy al contrario, te cuidan, te miman, te ponen la ropa que mejor te sientan, te visten con la mejor lencería, te peinan, te maquillan y encima te dicen todo el tiempo lo maravillosa que eres.

Sí, el programa está patrocinado por una marca de cosméticos y te venden otras marcas más de ropa, etcétera, etcétera. Lo sé. Pero ver cómo tratan a las mujeres, cómo les devuelven la confianza, cómo les hacen sentir bien a pesar de sus caderas, sus pechos o sus brazos, y precisamente no a pesar de, sino por esas características, ellas se sienten especiales de nuevo. Me da igual que sea todo puro márketing y que se forren a costa de las marcas comerciales. Nunca había visto en televisión a una persona sentirse tan bien por sí misma, no porque le ha llegado una carta para ti ni porque le han tocado millones ni porque vive enclaustrada en una casa con diez pirados más. La mujer del viernes, con sólo un año más que yo, volvió a sonreír al mirarse al espejo. Sus caderas siguen ahí, sus rodillas son las mismas y su barriguita también. Pero ahora alguien le ha dicho que no debe avergonzarse, ni llevar ropa horrible para disimular. Sólo tiene que aceptarse y caminar por la vida con total seguridad.

No es que haya que caer en el tópico de la belleza interior. Lo exterior está ahí y hay que hacerle caso. Pero antes que cortar por lo sano se puede optar por quererse mucho y comprarse una buena faja, que tampoco es ninguna deshonra.