lunes, 22 de octubre de 2007

Más allá de las naves quemadas de Orión

El ser humano desarrolla una curiosa fascinación por lo que no conoce, por lo inexplorado, por aquello que queda fuera del alcance de la lógica y entra en el terreno resbaladizo de la imaginación y las especulaciones. Da igual que se trate de una galaxia muy, muy lejana o de la nueva vecina del quinto.

El afán por conocer desata las pasiones hasta del más apocado y se enciende la mecha del ansia de conocimientos. A veces por verdadera pasión y otras por el más puro interés morboso. Si resulta que una página web dedicada a mostrar el cielo contiene un hueco negro al lado de Orión, las mentes ya se disparan y a todos nos parece estar oyendo a aquel replicante herido bajo la lluvia. Otros ven un ordenador parlante y los más exaltados, un ejército alienígena tipo Tim Burton.

En nuestro afán por saber, por descubrir, se han realizado hallazgos sin precedentes, hemos rescatado de la nada civilizaciones perdidas y hemos interpretado los signos de los tiempos. Sin embargo, todavía somos (los humanos) incapaces de explorar a un semejante con la paciencia de un físico nuclear con su átomo. Nos llenamos de incertidumbres, de manías obsesivas, de falsas expectativas, de trabas involuntarias y de dudas metódicas que no nos llevan más que a la desesperación por vehemencia.

Descubrir la geografía humana se trata de un reto mucho mayor que cualquier galaxia, cinturón de estrellas, nebulosa o cometa. Descubrir la geografía humana está al alcance sólo de unos pocos privilegiados que observan, anotan y callan, para luego disfrutar de su hallazgo como los buenos científicos: sin alharacas y sin premios millonarios debajo del brazo, sólo con la satisfacción de regresar a casa, ponerse el pijama y dormir soñando con cosas que el resto de los humanos jamás han visto...

1 comentario:

Pedro Carrillo dijo...

Un post vale más que mil palabras arrastradas por los mares de Odiseo. Palabras que se enredan en las manos más allá de los confines del mundo donde los sirenos atrapan peces y amores a punta de palabras seductoras.

Mi respuesta:

http://www.pedrocarrillo.com/index.php/2007/10/22/parimos-entre-dos/