jueves, 7 de junio de 2007

Punto, set y partido


Yo iba a hablar aquí hoy de cómo me hago invisible ante la gente por no sé qué motivo y de la rabia que da que una tipa con pocos años más que yo llegue a ser comisaria de exposiciones, con un bronceado envidiable, unas piernas que llegan a mi cabeza, unos zapatos de impresión y una melena que ríete tú del Fructis.
Pero resulta que he abierto el periódico y una noticia de sociedad ha llamado mi atención por lo dantesco. Un alto ejecutivo vasco, afincando en Londres, le ha reventado el cráneo a su hija de dos años. Para que nos hagamos a la idea del drama, el periodista ha comentado en la noticia que (y reproduzco literalmente) "Vivía con su esposa, natural de Cabo Verde, y la pequeña en el mismo edificio de lujo en que vivían los protagonistas de la película de Woody Allen Match Point". Ganaba 750.000 euros al año y aparentemente no podía desear nada más. Pero lo hizo.
Pone los pelos de punta leer una noticia como esta, y más tan temprano, cuando el cuerpo no se ha hecho todavía a los sinsabores de la vida diaria. Dicen que las presiones de su nuevo trabajo, del cargo de responsabilidad, de no poder cometer errores, lo llevaron a un desvarío de tal calibre.
¿Somos los seres humanos tan impredecibles? ¿Somos capaces de la mayor crueldad con un ser indefenso sólo porque nuestro jefe nos putea? Me gustaría creer en la bondad y en que la felicidad no se basa, como queda demostrado, en el dinero. ¿De qué me serviría tener las piernas largas, un melenón leonino, un bronceado espectacular y un cargo de responsabilidad extrema? Me serviría para que los demás me admirasen como ayer yo admiraba a la tipa esta. Pero ahora me pregunto si ella es tan feliz como yo, con mi sueldo precario, mi piso de alquiler barato, mi celulitis, mi ropa de mercadillo y/o multinacional barata, mi piel blanca y pecosa y mis chanclas. Para la gente que me quiere sí soy visible. Así que prefiero un fuera o dar en la red todas las veces que haga falta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustò tu post. Como casi siempre. Recuerdos de otra "invisible". MC