jueves, 29 de marzo de 2007

Vuelve con tu escudo, o sobre él


No me calzo el casco pero lucho. Unas veces más y unas veces menos, pero siempre el espíritu guerrero late en mi pecho con la fuerza de los pies que golpean la tierra en formación de batalla. Nunca desertar. Nunca rendirse. Nunca arrodillarse. Nunca postrarse.
Llegar hasta el final está sólo en manos de unos cuantos elegidos. A pesar del dolor, a pesar de la humillación, a pesar del sufrimiento, a pesar de las dificultades, a pesar de la muerte. La coherencia, el respeto, los ideales, son virtudes que escasean y que tal vez, siendo bastante optimistas, queden en algún resquicio de personas que prefieren (preferimos) morir luchando que vivir de rodillas.
La utopía, la leyenda, la fantasía y la épica siguen sirviendo. A otra escala. En otro mundo. En otra época. Con otras armas.
Soy mujer y eso tal vez condicione mis capacidades físicas. Pero puedo asegurar que no dudaría un ápice en desgarrar mentalidades y golpear con fuerza opresiones y dictaduras.

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Puede que la película 300 no sea la mejor hecha en la historia del cine. Pero remueve. Para bien o para mal, remueve. Las consecuencias que ha tenido en mí, son claras. Pero como según Umberto Eco (me pongo pedante un rato) el arte es una obra abierta, hay interpretaciones para todos los gustos. Homofobia, xenofobia, americanada pro invasión de Irán (Persia), hostilidad hacia el mundo árabe, imaginación exacerbada del director, idealización de la cultura espartana, falta de rigor histórico... Pero no es más que una película. Con una estética fantástica y una capacidad de emocionar como hacía tiempo que no disfrutaba en el cine. Pero esa es mi interpretación de la 'opera aperta' que vi ayer, en mi día de sol, viento, terracita, cerveza y conversación. Con esa me quedo. Con esa viviré y con esa, seguramente, me haré con un ejemplar de la novela gráfica que la ha inspirado. Intertextualidad, hipertexto. ¿Por qué hay gente que no entiende esos conceptos? Por la misma razón que hay gente que se empeña en autoproclamarse dios en la tierra, aunque al final, como todos, derrame sangre.

martes, 27 de marzo de 2007

The one, the only


Esta es la auténtica y genuina Cecilia y el balcón. Sin aditivos. Sin colorantes ni conservantes.

jueves, 22 de marzo de 2007

It´s my party and I cry if I want to

El siete ha sido siempre un número cabalístico, cargado de simbología. Siete eran, hasta hace poco, las maravillas del mundo; siete novias para siete hermanos; siete enanitos; siete días la semana; siete vírgenes (horror de película); y hasta el cupón de la Once se ha enamorado del siete con unos anuncios horribles, todo hay que decirlo.

Pues precisamente eso, siete jornadas han pasado desde que Meredith se dio un baño de espuma y velas con el buenorro; desde que encendí por primera vez el frigorífico; desde que tengo una persiana rota; desde que le di al botón de la tele para comerme enfrente un kiwi y una ensalada.

Llevo siete días de paz y tranquilidad interior, aunque con la vertiginosa sensación de que aún queda una montaña rusa por delante, de las de muchos loopings y revueltas imposibles de soportar. Ahora tengo que preparar mi openhouse. El menú está previsto, los invitados (casi) confirmados, la casa a punto, el horno encendido, y los botellines enfriándose en el congelador.

Y aunque nadie lo crea, por el aumento de comensales en el último momento, los servicios de mi vajilla son siete, mis cubiertos son siete, tengo siete sillas y siete alfileres prendidos de la conciencia secreta.


Nobody knows where my Johnny has gone
Judy left the same time
Why was he holding her hand
When he's supposed to be mine

It's my party, and I'll cry if I want to
Cry if I want to, cry if I want to
You would cry too if it happened to you.

Playin' my records, keep dancin' all night
Leave me alone for a while
'Till Johnny's dancin' with me
I've got no reason to smile

It's my party, and I'll cry if I want to
Cry if I want to, cry if I want to
You would cry too if it happened to you.

Judy and Johnny just walked through the door
Like a queen with her king
Oh what a birthday surprise
Judy's wearin' his ring

It's my party, and I'll cry if I want to
Cry if I want to, cry if I want to
You would cry too if it happened to you.


domingo, 18 de marzo de 2007

¡Jo, qué noche!

Mi mirada no supo cortarse
creo que se notó demasiado
que los dos nos conocíamos de antes
cuando empezaste tu nombre y yo lo acabé por ti.

Y aunque se me vino el mundo abajo
conseguí soltar una sonrisa, bien
ves que no soy malo interpretando
el papel del tío que no siente
ni padece ya.

Ha sido duro para mí
entender todo de una vez
sentada con el chico aquel,
nerviosa sin saber qué hacer.

Y aunque al fin me porté
como un hombre lloré
seriamente pensé
que con el tío aquel
debería tener, duelo al amanecer...

Ahora somos tres en el monólogo
oye no te muevas que aquí quepo bien
no seas hipócrita y me invites
sé que deseas que me den no finjas más porque
no ha sido tu culpa es mía por estar aquí
en el sitio inadecuado de marrón
no te pongas tan violenta niña
todo acabará no sé por qué te pones a llorar.

Ha sido triste para mí
verla mentirme sin saber
que lo vi todo y me da igual
ya no te quiero escuchar más.

Y aunque al fin me porté
como un hombre lloré
seriamente pensé
que con el tío aquel
debería tener, duelo al amanecer...

Tres horas después habrá una mujer
disfrutando a placer
de un duelo al amanecer, duelo al amanecer.

Momento fan: Duelo al amanecer, de Alejandro Sanz.

sábado, 17 de marzo de 2007

viernes, 16 de marzo de 2007

Ahora me toca a mí ser la mala (por fin)

No, no pienses que esto es acabar
yo no me suelo conformar
con callar, suportar, aguantar.

Sé que a mí me duele más que a ti
y no lo puedo consentir
voy a hacer que te acuerdes de mí.

Déjame, ya da igual, no me debes ni una explicación más.
Déjame confirmar si es peor vengarse que perdonar.

Estés donde estés no importa con quien voy a hacer que me odies.
Estés como estés muy mal o muy bien no me vas a olvidar.

Sé que crees que no esta nada mal
hacer tu santa voluntad;
abusar, humillar, despreciar.

No, no te lo vuelvo a repetir,
porque prefiero no insistir,
pero tú no te burlas de mí.

Déjalo , bórralo ya no queda nada más que rencor.
Déjalo es mejor, no hace falta que me des la razón.

Estés donde estés no importa con quien voy a hacer que me odies.
Estés como estés muy mal o muy bien no me vas a olvidar.

Vuelves a mentir, no me engañas, tú no eres feliz,
no sin mí, no sin quien te haga sufrir.

Estés donde estés no importa con quien voy a hacer que me odies.
Estés como estés muy mal o muy bien no me vas a olvidar.
Estés donde estés.

Fangoria, 'Estés donde estés'

Movin' on

Sólo a mí que, según mi peca, estoy como una cabra, se me ocurriría mudarme en jueves. Pero, claro, una no mide las consecuencias del día de la semana en que se traslada, definitivamente, del nido materno a un nido propio (o al menos, en alquiler).
Aunque no hubo quedada para el visionado colectivo de la telenovela más chic de los últimos tiempos, sí hubo ensalda y kiwi y cereales integrales (el ritual de cada noche). Y hubo cigarrito antes de dormir y poderme estirar en el sofá sin que nadie me molestase.
Claro que todo tiene su contrapartida y los ruidos nuevos del bloque y de la casa, los susurros de los nuevos vecinos, la psicosis por haber cerrado bien puertas y ventanas... todo eso va con el cargo de ser "la nueva". Incluso me presenté a dos convecinos de esta mi nueva comunidad y uno de ellos, por mi madre de mi alma que, aunque no llevaba barba, era como el señor Cuesta. Clavadito.
Por cierto que, cuando ya no lo esperaba, recibí mi primer regalo oficial de mudanza. La teína se me va a poner por las nubes, pero merecerá la pena. Y las mariquitas son un puntazo (gracias).

El teléfono también tiene algunas compensaciones y aunque no dispongo de fijo (lo siento por los que no quieran gastar móvil) pude dormir gracias a alguna que otra voz al otro lado de las ondas.
Ea, ya tengo balcón propio. ¡Qué vértigo!

lunes, 12 de marzo de 2007

Crueldad intolerable

Padecer o por el contrario ser cruel, el martirio de escoger.
Comulgar con lo poco que das, encadenarme o escapar.
Tiempo como una loba herida, agonizo contra la pared.
Atrapada en calles sin salida vivo acorralada, obligada a enloquecer.


Para no sufrir ni contigo, ni sin ti, volveré a juntar lo extremos aún teniendo que fingir. Ni adelante ni hacia atrás aunque vuelva a tropezar.
Si querer es poder, y yo quiero aprender a vivir ni contigo, ni sin ti.
Defenderme o tratar de vencer, ser verdugo ser rehén.


Acabar sin sentirme capaz de imponer mi autoridad.
Desarmando malos pensamientos se me para el pulso otra vez.
Puede que me quede sin aliento en la encrucijada de envenenarme o no beber.
Para no sufrir ni contigo, ni sin ti, volveré a juntar lo extremos aún teniendo que fingir.


Ni adelante ni hacia atrás aunque vuelva a tropezar.
Si querer es poder, y yo quiero aprender a vivir ni contigo, ni sin ti.
Dos desconocidos frente a un abismo... He pensado en saltar y no dejarme empujar.


Para no sufrir ni contigo, ni sin ti, volveré a juntar lo extremos aún teniendo que fingir. Ni adelante ni hacia atrás aunque vuelva a tropezar.
Si querer es poder, y yo quiero aprender a vivir ni contigo, ni sin ti.


Fangoria, 'Ni contigo ni sin ti'.

jueves, 8 de marzo de 2007

Persiguiendo a un conejo (muerto)


Hacía relente aquella noche y me subí el cuello de la cazadora. Caminé hacia mi coche y al llegar a su altura me pareció demasiado pequeño allí aparcado ante las luces apagadas del Kiosko. ¡Qué pequeño se ha vuelto!, recuerdo que pensé. Intenté subirme, no sin antes poner en su sitio los retrovisores (este gesto se ha vuelto una obsesión), pero no pude. Mis piernas de tapón de alberca de metro sesenta se habían estirado casi hasta alcanzar las dimensiones de las de la modelo más cotizada. Horror, ya he vuelto a beber demasiado, recuerdo que pensé. Pero no, en realidad NO CABÍA EN EL COCHE.
Más sorprendida que otra cosa seguí caminando y con esas piernas, recuerdo que pensé, llegaría a casa en un momento. Las casas se iban empequeñeciendo a mi paso, y las veía separarse de mí como cuando despega un avión, con el mismo mareo y las mismas náuseas nunca confesadas (ahora lo estoy haciendo, mierda). Iba rozándome con los árboles, sentía las hojas en mi cara, el relente de la noche poniéndome los pelos de punta por la humedad, andaba entre los coches con peligro de aplastarlos como a hormigas.
Pero no quería ejercer ese poder. No quería ser la malvada Alicia en el país de las maravillas, que a pesar de sus dulzores y sus rizos rubios siempre me ha parecido una arpía. Simplemente quería flotar y estirarme hasta el infinito, si hacía falta. Crecer, crecer, crecer. En realidad me sentía crecida ya, lo más alto que se podía llegar en ese momento.
El coche se me apareció delante con su tamaño natural. Azul oscuro, más oscuro por la tierra que le cae de las obras próximas a mi casa (prometo lavarlo pronto), con los retrovisores metidos hacia adentro. La llave estaba en mi mano. Todavía no había probado a entrar. Allí, delante de las luces apagadas del Kiosko recuerdo que pensé "me siento un gigante si necesidad de perseguir ningún conejo con reloj".
Pero, ¿cómo se había producido aquel fenómeno? Acababa de salir de casa de unos amigos, había charlado, había reído, había fumado, había bebido, había comido, había llorado, había recordado, había cantado...
Recuerdo que pensé que por eso me sentía gigante.


Dedicado a Arturo, el conejo enano blanco al que llegué a odiar y que murió cuando le llegó la hora. In memoriam.