viernes, 8 de junio de 2007
Dime que no son pa comérselos
Mi parte hortera (esa de la que se sorprendió ayer mi peluquera mientras yo me relajaba en el lavacabezas) está de enhorabuena. ¡Por fin! Nuevo disco de Miranda! El disco de tu corazón. Más petardeo que nunca y más letras de culebrón que nunca. Me recuerdan a la Loba Herida o a La Dama de Rosa, con esas historias de amores imposibles, amores perros y amores desgraciados que nunca llegarán a buen puerto. (Quién no se acuerda del doctor Buitrago, que le hizo la vida imposible a la pobre Topacio y a Luis Alberto, ay).
Miranda! ha conseguido que yo baile sin preocuparme por quién me mira, pero también han conseguido arrancarme alguna que otra lágrima facilona con esos versos desgarrados, que rayan lo naíf, pero que me enganchan cosa mala. ¿Quién, si no ellos, se atreverían a empezar una canción con un "Hola qué tal cómo te va, qué frase tan vulgar, con la que me voy a presentar"? ¿Quién, si no ellos, podrían decir cosas como "sabes que es necesario terminar en una habitación" sin que suene porno?
Sólo ellos harían una canción con Julieta Venegas (puag) y conseguirían que me gustase (se me ponen los vellos de punta con 'Perfecta'). Sólo estos cuatro (vuelven a ser cuarteto) me harían volar de nuevo a la otra punta de España para verlos en concierto en una visita relámpago. Y sólo ellos me harían sonreír y no vomitar con un vestuario de circo de barriada y una portada del disco casposa y llamativa.
Los adoro, es Miranda mi amor y todavía no sé por qué.
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