Más de las nueve de la mañana y por la oficina no aparece nadie en este día en el que se supone que regresamos al trabajo después de un mes de asueto. Me he levantado alegre y con energía, aunque todavía mareada por el madrugón, en este lunes todavía de agosto. El reencuentro siempre es alegre (se acaba de producir) y volver a lo malo conocido reconforta, sobre todo cuando los terremotos todavía sorprenden con alguna sacudida los cimientos de mi casa.
El descanso estival ha surtido por fin su efecto en esta pecadora que de nuevo os da la bienvenida a este rincón, donde todo se mezcla y donde todo parece que tiene más sentido.
lunes, 27 de agosto de 2007
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