jueves, 16 de octubre de 2008

Elemental, querido Savater

Un año más, los premios Planeta con su cena de gala, sus personajes famosos y su pico de 600.000 euros de vellón para el ganador. En este caso ha sido Fernando Savater. Y lo ha hecho con un género que parece que no está de moda pero que cuenta por legiones a sus seguidores. Desentendiéndose de catedrales con misterio, griales, héroes de leyenda, mares insondables, guerras civiles y guerras en general, Savater se deja caer con una novela policiaca, detectivesca y de aventuras que, voto a Bríos, me compraré a la menor ocasión.

Desde mi más tierna infancia me piqué con los libros de Flanagan (ah, qué tiempos) y desde entonces todo lo que huela a gabardina, sombrero y sonrisa de Bogart me vuelve loca. Aunque, con aquello de la oferta y la demanda, aparte de los clásicos tipo Marlow, ni flores en este género o subgénero (hablemos con propiedad, que me estoy preparando las oposiciones) literario que tantas alegrías da a sus lectores.

Savater también tiene regusto a adolescencia para mí, con aquellos míticos libros dedicados a Amador, que tanto me hicieron dar vueltas en la cama, presa del insomnio por las miles de preguntas que recorrían mi mente en una edad tan aciaga. Así que, me da igual que digan (como cada año) que el premio está amañado, que ya se sabe de antemano o que es más político que literario. El filósofo-escritor-columnista de opinión se lo merece. Como se lo merecía el año pasado Juanjo Millás por su fabulosa novela El mundo. Todavía no me he cansado de releer y re-recorrer sus páginas y su calle. Oh, se me ponen los vellos de punta de sólo pensar en su-mi experiencia al echar las cenizas del padre en el mar... Uf.

Ah. La novela se llama La hermandad de la buena suerte. ¿Será un título profético?

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Po qué asco, ¿no?

Vienen tiempos peores y aquí nadie sabe cómo salir del atasco. Después de seis horas mareando la perdiz, resulta que nuestros políticos no aciertan a contarnos (o no quieren contarnos) cómo llegar a fin de mes sin que nos eche humo la calculadora, cómo pagar menos por la gasolina ni cómo emanciparnos (los jóvenes) sin que nos toque comer patatas y pasta día sí, día también. Claro que, tal como dijo Solbes el día antes de ayer (o sea, el martes) en la radio, es que somos unos irresponsables y nos metemos en hipotecas de 40 años sin mirar las consecuencias. Creo que este muchacho debería presentarse a la siguiente edición del Rey de la comedia. Con estos monólogos, ganaba seguro.

Ahora va a resultar que los que estamos en la jaula, cual sufridores del Un, dos, tres, somos los culpables de que la economía mundial se hunda; va a resultar que los de la poltrona no tienen por qué dar soluciones y salen del atolladero entonando el mea culpa como si eso bastase para que los que estamos cabreados-agobiados-estresados-hipotecados-asaladriados-mileurados nos vayamos a la camita soñando con el Shangri Lá de los préstamos a bajo interés y el IPC congelado.

Hoy ya no se habla más de la comparecencia del presidente en el Congreso, ¿para qué? Ni unos ni otros aportaron nada que no supiéramos. Como diría mi hermana en uno de sus míticos finales de chiste malo (el del helado de pepinillos): po qué asco, ¿no?

lunes, 1 de septiembre de 2008

A la quinta planta, por favor

Los aficionados a Anatomía de Grey sabrán que cada vez que Meredith y Derek coinciden en un ascensor, es que algo pasa. Los ascensores tienen personalidad propia y siempre se ha dicho que es de lo más incómodo coincidir con un desconocido porque no se sabe de qué hablar, el silencio es perturbador y la subida a la cuarta o quinta planta se hace eterna. Pero, ¿qué pasa cuando se abre el ascensor, como si fuera la escotilla del Nautilus (con su humo blanco y todo en mi imaginación), y en el fondo de la cabina aparece una cara conocida?

"Uy" es todo lo que acertó a decir mi prometido (se me hará raro escribir marido, palabra) cuando vio a Carlos Sastre (para los que no lo sepan, ganador del Tour de Francia 2008) en el mismo ascensor en el que nosotros viajábamos camino a la habitación de hotel de este fin de semana granadino y ciclista. Uy. Y eso que veníamos comentando en el coche que si nos lo encontrábamos ejerceríamos de fanes fatales pidiendo autógráfos y disparando flashes a porrillo. Pues nada de nada. Ni porque nos lo volvimos a encontrar al día siguiente ni porque comíamos mesa con mesa. Al final, el respeto por la intimidad ganó al fervor del admirador.

Claro que a mí se me despertó la vena laboral más de una vez, con todos aquellos campeones olímpicos, ganadores de medallas, profesionales del podio nacional e internacional y a punto estuve de abordarlos para preguntarles lo primero que se me pasara por la cabeza. Tanto que no me dolió en prenda corretear de un lado a otro (sujetándome la barriga, eso sí) para capturar el momento en el que Bettini o Alberto Contador aparecían en el corralito de los privilegiados -pulserita de discoteca en la muñeca incluida- para relajarse momentos antes de la carrera. Tonta de mí me dio envidia hasta de los compañeros que iban y venían con sus micros, cámaras y libretas, dispuestos a tomar alguna declaración a los grandes del ciclismo. Deformación profesional, creo que lo llaman.

Sin embargo, aparte del ciclismo (que ha habido mucho y bueno), éste ha sido también un fin de semana de Alhambra, piononos de Santa Fe, tapas sin cañas (oooh), risas y paseos por la Carrera del Darro. Todo un viaje al interior de una ciudad que hasta tiene whisky propio (Embrujo de Granada, lo juro) y a la que hay que volver siempre que se pueda para viajar también al interior de cada uno.

Los detalles más curiosos: 1.- que me he dado cuenta del cosquilleo que se nos instala en el estómago a los que disfrutamos con la tarea con la que nos ganamos el pan y 2.- que los chiquillos no sólo se saben las alineaciones de fútbol y corren para cazar el autógrafo de sus ídolos de la bicicleta. Increíble, pero cierto.

Yo, de mayor, quiero ser uno de esos niños.

lunes, 30 de junio de 2008

Silogismo de primer grado

Aceptemos todos los lectores de estas letras, desde este mismo momento, el pacto de ficción, algo necesario para el cine, la televisión, la literatura y las artes en general. Porque a partir de ahora vamos a tratar a un personaje de ficción como si existiera de verdad. ¿Captado? Ready or not, here we go.

Si Carrie Bradshaw puede casarse, yo también. Es así de sencillo y esa será la máxima lógica (silogismo de primer grado) de estas frases. Por lo tanto:


Si ella puede tirar por el retrete todas sus convicciones acerca de (lo poco que le gusta) el matrimonio, yo también.

Si ella puede decir sí, yo también.

Si ella puede ilusionarse con un vestido de princesa, yo también.

Si ella puede tener a sus amigos enfrascados en una boda para 200 personas, yo también.

Si ella puede llorar de emoción, yo también.

Si ella puede borrar de un plumazo 20 años de negación sobre las bodas, yo puedo borrar 10.

Si ella puede gastarse 500 euros en unos zapatos... bueno, no nos engañemos, eso no puedo hacerlo yo, pero me gustaría. ;)


Lo único que ella puede hacer y yo no es mantener a todos aquellos a los que quiere a su lado en uno de los momentos más felices. Yo sólo he podido mantener a unos cuantos y por eso, quizás por eso, todo lo demás tiene menos valor.

domingo, 1 de junio de 2008

Alberto, el conquistador

Poco amiga de las actividades deportivas, ya sabéis cuál es mi debilidad. Por eso vuelvo a quitarme el sombrero ante uno de los campeones que más ha conseguido emocionarme en los últimos tiempos. Porque Indurain era un super hombre que no necesitaba más que sentarse sobre la bici y pedalear. Y ¡ancha es Castilla! Pero Contador, tan menudo que incita más a protegerlo que a animarlo como a un gladiador en la arena, es un luchador de los pies a la cabeza, valiente, tozudo y con un par de pelotas, con perdón de la expresión. Si a uno le ponen 40 grapas en la cabeza y dos placas de titanio, lo que menos se le pasa por la cabeza es irse a correr por esos mundos de dios, haga calor, haga frío, llueva o ventee.

Por eso me pone las pilas saber que este hombrecillo menudo y moreno gana carreras por etapas como el que barre la puerta de su casa, con la cabeza fría, pero la lengua caliente de tanto darle palique a los que lleva al lado, que los tendrá aburridos, digo yo. ¿Y en qué idioma se entenderán, si eso es un Babel?

En fin, que se ha ganado la maglia rosa a pulso, no sólo por lo que haya hecho en estas semanas, sino por todo lo que lleva de recorrido vital. Cuando pienso en los modelos en los que se fijan los chiquillos hoy en día no puedo dejar de pensar que algo de razón tienen los antiguos que dicen que hay que apartar a los niños de las calles. Hombre, si se tratase de jugar como lo hacíamos nostros antes, no. Tampoco hay que pasarse. Pero para que vayan zorreando o gamberreando, mejor tenerlos subidos en una bici, pegándole patadas a un balón o corriendo a pie. Y eso que, repito, soy poco amiga del deporte.

Sin embargo, y como ya he referido anteriormente en esta ventana cibernética, con Contador se me exalta el nervio guerrero y patriótico. Esperaré con ansia el tour y la vuelta. (Prometo no dormirme para los finales de etapa).

miércoles, 7 de mayo de 2008

Papá, cuéntame otra vez...

A muchos que no hemos vivido en la dictadura nos suena, más o menos de lejos, lo de los grises, la represión, el hippismo, el comunismo y la libertad sin ira. Sin embargo ahora se vuelve a poner de moda el espíritu del mayo del 68, sobre todo porque quienes critican este movimiento estudiantil se dedican a airear sus argumentos por escrito y a decir que "Nuestros progres siguen anhelando la comuna".



Me hace gracia esta afirmación porque ¿no son ellos los que anhelan tiempos pasados? Se atreven a quejarse de que los estudiantes rebeldes de comuna y kibutz (RAE: En Israel, colonia agrícola de producción y consumo comunitarios) cuando el giro a la diestra del Padre es más que evidente en buena parte de Europa. Aunque, claro, según ellos no somos Europa, sino el norte de África.

Una región en la que, mire usted por donde, los estudiantes ya se ríen de los títulos universitarios en particular y de los superiores en general. ¿Quién necesita cinco años de hincar codos cuando con una FP (que así se llamaba en mis tiempos) sales más que colocado antes de haber sido ni graduado en lo tuyo? Sobran universitarios, dirán algunos. Pues a ver si nos aclaramos, porque según las últimas informaciones, faltan profesionales de las nuevas tecnologías. Casi 30.000, para ser exactos. Una cifra que, por lo visto, no se genera en este nuestro país con todas sus universidades juntas. Estamos, por lo tanto, ante una paradoja difícil de entender, al menos para una mente de letras como la mía.

Claro que, si tenemos en cuenta lo antes dicho del pasotismo ante los estudios superiores, no me extraña el dato. Aunque el tema universitario ya no se mide solamente en números. La calidad, por lo visto, deja mucho que desear. Y no me extraña. A lo mejor no hace falta liarse canutos, cantar a lo Raimon y pedir lo imposible. Pero sí que es urgente una transformación de ese entorno que, para los románticos, es foco de progreso, pensamiento, debate, investigación.

Sinceramente, no tuve casi nada de eso dentro de los muros del antiguo edificio que albergó mis felices años de universitaria. Sin embargo, tuve la enorme suerte de encontrar a personas que fomentaron todo eso y más en lugares emblemáticos, como el Merendero (sí, con mayúsculas, aunque no sea nombre propio), el posterior Café Olé, el Piso de Estudiantes o los Pasillos. Ahí sí que me topé con mentes preclaras (a pesar de la juventud) que me ayudaron a entender el mundo en general y el periodismo en particular. Puede, con la miopía de los pocos años, que en ese momento preciso no apreciase lo que tenía delante. Pero ahora, a la vuelta del tiempo, con la vida adulta llamando a la puerta, soy más consciente que nunca de mi privilegio.

No fui revolucinaria. No estuve en sindicato estudiantil alguno. No grité consignas. Fui más bien paradita en temas reivindicativos. Me salté pocas clases. Pero aprendí que si quieres cambiar las cosas, tienes que esforzarte. Una palabra que muchos desconocen y ahí es donde está la verdadera revolución. Me vuelvo viejuna en algunos temas, ya he dicho que el futuro llama a mi puerta. Pero no dejo de pensar en que la educación no formal, como se llama en los ámbitos académicos, es el complemento perfecto a la retahíla de memorieta. Si no, ¿con qué sentido íbamos a perder tantos años pudiendo dar un braguetazo y darnos la "gran vida"?

En estos casos, siempre recurro a una frase que, aunque no tenga nada que ver con la historia, me ayuda a desahogarme: La transparencia, dios, la transparencia.

domingo, 27 de abril de 2008

Living Las Vegas


Ya no me podré casar en Las Vegas. Ni en Las Vegas de Nevada (EE.UU) ni en Las Vegas de Aragón (España). El proyecto de Los Monegros se desinfla, dicen los papeles. La dudosa aportación económica de la sociedad que iba a dotar de millones al desierto ha hecho que los políticos se echen para atrás. Una pena, porque ya me imaginaba yo remontando el Ebro en un Love Boat para hacer luego una travesía en plan road movie y llegar a una White Chappel 24 horas donde pudiera dar el sí quiero vestida de Marilyn a un Elvis decadente. ¡Mierda! Ya no podré hacer todo eso y tendré que conformarme con la boda que -realmente- estoy preparando.


Para que luego digan que no hay crisis, si hasta las grandes multinacionales evitan rascarse el bolsillo. Aunque, digo yo un par de cosas. 1.- ¿Por qué todas las ciudades dedicadas al vicio y el juego se erigen en desiertos? y 2.- ¿Cómo leches pensaban abastecer a semejante monstruo, con lo que se está liando con los trasvases y la sequía? Vamos, son dos preguntitas de nada que me hago, por si alguien tiene a bien contestarlas. O hacer más preguntas.


Cuestiones logísticas y crematísticas aparte, habría sido un puntazo dejar volar la imaginación y convertir la cuna de la jota en lugar de peregrinación para jugadores; recrear escenas de películas míticas en sus casinos; alojar en sus hoteles a grandes estrellas de la pantalla y crear series de televisión basadas en sus sufridos (pero listísimos) cuerpos del orden. ¿Os imagináis CSI Los Monegros? ¿O un Ocean´s 14 con Clooney visitando la basílica del Pilar? ¿O a Sharon Stone lanzando los dados al aire vestida de Lagarterana, mientras Robert de Niro se bebe un chato de vino? ¡Cuán diferente sería nuestro imaginario colectivo!


Me da mucha pena, en serio, no tener esta gran fuente de inspiración literaria, cinematográfica y televisiva a un paso de nada. Más que nada por no poder cumplir estas fantasías posmodernas que antes os he relatado. Lo del agua, la especulación y la crisis son buenas excusas para no permitir semejante barbarie.


PD: Siento la debacle de Los Monegros casi tanto como el cierre de Kuomitv. Cantemos todos un reguetón por el alma de esta web recientemente desaparecida. Perrea, perrea.

miércoles, 9 de abril de 2008

La p con la e, pe


¡Canta, oh, Musa, la cólera de esta empapada redactora!


Con nubarrones de color negro azabache me lié la manta a la cabeza el otro día y me planté en lo que, según algunas culturas milenarias, puede ser el fin del mundo, el finisterre y esas cosas. Dramas aparte, conocí al director de un colegio que lleva más de tres décadas aguantando a los ínclitos alumnos de ese centro, con sus más, sus menos y sus requete-menos. Medio dejado de la mano de los dioses, en el límite de un barrio que está al lado de un polígono industrial, allí ha enseñado el hombre a cientos de chiquillos que ahora sabrá Palas dónde están. En su reducido despacho-secretaría, me contó los avatares de su vida, ligada indisolublemente al colegio en cuestión. Y, mientras él rebuscaba con los ojos interiores de la memoria en el centro mismo del recuerdo, yo ojeaba su mesa, bien ordenada y con algunos cuadernillos de Rubio en un extremo.


En este punto, mientras él hablaba y yo fingía que escribía (porque a veces los entrevistados divagan y uno debe hacer como que no ha perdido el interés), me fijé en el curioso reverso de estos cuadernillos. Dos manos sujetando un lápiz muestran cómo se escribe bien y cómo se escribe mal, en términos no de caligrafía sino físicos. Entonces me di cuenta (oh, sorpresa, oh, dolor, oh, mustios collados) de que cojo mal el bolígrafo. Después de veintitantos años y resulta que, según el cuadernillo Rubio, no sé escribir.


En fin, como no es plan de que vuelva a los ejercicios de caligrafía porque ya es tarde para cambiar mi letra de niña de instituto/médico de la S.S./profesora (es según el día), nada me hará turbar la paz de este día en el que los pies mojados me invitan a un resfriado y la lluvia me recomienda quedarme en casita con la bata puesta.


La pregunta del día: ¿no podría llover todas las noches unas horitas para mantener los embalses llenos y dejarnos sequitos, sequitos el resto de la jornada?

martes, 25 de marzo de 2008

Bután existe

Queda ya lejana aquella tarde, en cuarto de carrera, en la que dijimos adiós a los pupitres. Fue la última clase que recibimos en un aula en el que hicimos después algún que otro examen, pero que ya nunca volvería a ser testigo de nuestra amplia producción escrita para comunicarnos sin ser amonestadas por los profesores. Pero fue allí, en el mismo asiento que habíamos calentado durante un año, donde surgió la gran leyenda de Bután (Butano para los amigos). No sé si muchos de mis compañeros recuerdan aquella anécdota, pero esta mañana ha vuelto a mi memoria más clara que nunca al escuchar en la radio la maravillosa y singular historia de este minúsculo país asiático que, sinceramente, he tenido que buscar en el mapa.

Por si no lo sabíais (yo no lo sabía) se acaban de celebrar las primeras elecciones democráticas (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7311000/7311510.stm) en Bután, después de años (yo diría siglos) de monarquía absoluta. Aunque los butaneses (que no butaneros) adoran a su rey absoluto (que además dicen que es guapo a rabiar). (Dos minutos después puntualizo y afirmo en primera persona: es super atractivo y el menda sólo tiene un año más que yo). A pesar de que ha mandado desterrar a todo el que no sea butanés (algo malo tenía que tener el chiquillo), el reinado se ha basado en el Bienestar Nacional Bruto (en lugar del PIB). Algo así como la felicidad como capital más preciado.

Entre otras cuestiones curiosas, el sexo está bien visto, incluso entre la población más joven, y el placer se entiende como una forma más de felicidad. Algo de lo que aprender, por cierto. Alguna otra cosilla de Bután: se protege a las madres (casadas y solteras), no se apedrea a las adúlteras y existe baja maternal (no sería extraordinario si no se tratase del área geográfica mundial que es).

En fin, que una mañana cualquiera, de martes, como hoy, me he enterado por fin de aquello que un profesor (del que recuerdo el mote que le pusimos las pequeñas ácates, pero no el nombre real) intentó explicarnos mientras nosotros volábamos con nuestra imaginación hacia los campos de nuestro incierto futuro laboral de recién licenciados. Como dirían algunos, el pasado siempre vuelve, aunque sea mientras te lavas la cara y te cepillas los dientes.

lunes, 24 de marzo de 2008

She´s fucking Matt Damon

Ser irreverente y políticamente incorrecto sienta de maravilla. Aunque una se cuelgue la mantilla y la peina por la mañana, puede terminar partiéndose el pecho con alguna que otra chispa de genialidad de la televisión norteamericana por la tarde (a ver, son tantos, que de vez en cuando alguien tiene que brillar). Por eso recomiendo de forma ferviente este enlace: http://es.youtube.com/watch?v=wnVJZkDuVBM y su respuesta, claro: http://es.youtube.com/watch?v=rGa29kPBbp4&feature=related. Es para no parar de reír, sobre todo si conocéis la historia de ambos dos actores, amigos desde chiquetitos, co-guionistas de pelis y con momentos estelares en sus carreras. Sólo momentos.

Claro que, si alguien ha estado jodido esta Semana Santa (más bien hacia la parte final), ha sido una servidora, acompañada en el sentimiento por mi príncipe prometido. Sobre todo porque se nos ha ocurrido la maravillosa idea de liarnos la manta a la cabeza y montar un dormitorio completito (con sus roperos y sus espejos y todo) nosotros solos. Y no somos los únicos, me temo: http://www.elpais.com/vineta/?autor=Forges&d_date=20080318&anchor=elpporopivin&k=Forges.

Sí, queridos todos. Esto es lo que se les ocurre a los españoles durante las vacaciones. Sobre todo porque no está el horno para bollos, la economía se resiente y aquello de "Hawai, Bombay, son dos paraísos que a veces yo me monto en mi piso" cobra más sentido que nunca. Más que nada lo de montarse paraísos artificiales en el apartamento de 30 metros. ¿Quién ha dicho que no se puede hacer un picnic en el salón de casa?
En fin, que tantos días de asueto no han servido más que para destrozarnos la espalda. Eso sí, juntitos y revueltos, que para algo hemos comprado una cama de dos metros. (Que no cabe en la habitación, vale, pero mide dos metros). Sorprendentemente, y al contrario de los pronósticos agoreros, las vacaciones no han servido para discutir y apuntar al divorcio. Porque como bien dice mi príncipe prometido, ¿qué tiene de malo un poco de rutina? (sic).

Total, todo esto para decir que vuelve a ser lunes, que he vuelto al trabajo con las cervicales hechas puré y que me quedan por delante siete maravillosos días de currelo. Aunque, como diría aquel, que me quiten lo bailao.

jueves, 6 de marzo de 2008

Soy 'La niña' y vengo a por ti

A los asesores de campaña de los políticos parece que se les acaban las ideas o simplemente se dedican a plagiarse a sí mismos en distintos cuadrantes geográficos y latitudes. Aunque como estamos en la era global, a final to se sabe (que diría una de mi pueblo).

Y sí, hijos todos de la revolución, de mayor quiero ser 'La Niña', esa que tiene una educación gratuita y de calidad; esa a la que los empresarios no explotan y le dan un salario mínimo decente; esa a la que los estudios universitarios le sirven para algo más que para colgar un bonito título en la pared; esa que puede independizarse sin tener que heredar las cortinas de su tía; esa que no sufre despidos improcedentes si decide ser madre y esa que, por supuesto, se hace vieja a fuerza de los años y no por la mala leche reconcentrada en la boca del estómago.

Claro que, para ser 'La Niña' a lo mejor hay que pasar por un cursito como el que propone una asociación universitaria ligada al movimiento religioso católico más radical. Jóvenes universitarias del mundo, ha llegado el momento de prepararse para ser una mujer diez. Ni Bo Dereck superaría a estas amas de casa entregadas, que lo mismo que te fríen un huevo con puntillas, te zurcen un calcetín con petit point o se saben al dedillo la tabla de las calorías de una dieta equilibrada según la edad, el fenotipo y las horas que pasas sentada delante de la tele. Claro que no está de más saber cocinar, planchar o guisar. Lo alarmante es el ingrediente principal de este cóctel explosivo: la culpa cristiana que todo lo envuelve.

Así que o 'La Niña' o la mujer diez. Uhm. Habrá que pensárselo dos veces antes de tirar por un camino u otro. Aunque nunca me he planteado ser un niño, como una cantante-militante-activista me dijo el otro día. Tan desfasado está el modelo rancio como el feminismo excluyente. No es por nada, señores (y lo utilizo como género no marcado, que pa algo existe la gramática, leches), pero si no nos damos a nosotros mismos (de nuevo género no marcado) unos nuevos márgenes de realidad, nos vuelven a comer por sopa.

viernes, 22 de febrero de 2008

Parole, parole, parole

Tengo por costumbre no ver la tele mientras como/ceno, pero ayer hice una excepción, ya que el grado de cansancio era directamente proporcional a la inminente llegada del fin de semana. No sé qué de matar a un pianista en La 2, Solbes vs. Pizarro en la 3, elcantodelloco en la 4 haciendo de poli chuleta, en la 1 no sé qué ponían sobre cante, y poco más. Pero como ahora pillo otras cadenas, me dio por poner Canal 2 Andalucía. Programa de la noche: Andaluces por el mundo. La costa azul. Pues vamos a ver barquitos y casinos, me dije.

El programa, interesante. El personaje andaluz de turno, simpático. Las vistas, inmejorables. Todo iba bien hasta que me di cuenta de que el presentador era un antiguo compañero mío de facultad, que en tiempos llevaba el pelo amarillo (no rubio, amarillo) y que decía que estaba de vuelta de todo a sus veinte recién cumplidos. La visión hizo que se me atragantaran las varitas de merluza y que me acostase con la sensación de estar tirando por el retrete mi vida laboral.

Mientras él se pasea por el mundo, cual andaluz que es, yo me curto en el sufrido mundillo de la prensa local, siendo testigo de cómo la competencia entre medios y la publicidad minan los contenidos, en otro tiempo profundos y analíticos. Ahora, no sólo en mi periódio, sino en la mayoría de medios impresos, lo que prima es lo visual. Muchas infografías. Fotos a tres y cuatro columnas. Detallitos en color. Ladillos. Esquemas. Compartimentación de los textos.

Y yo me pregunto qué ha sido de aquello de "la prensa sirve para ampliar lo que la radio y la tele no pueden decir por falta de tiempo/espacio". Claro que yo ya estudié hace unos añitos y la evolución de los medios es tan rápida como un reguero de pólvora encendido. Está muy bien innovar y crear tendencia, pero sólo falta que a los lectores les metamos las noticias masticaditas, bien pasadas por el pasapuré, como la primera papilla. Ésa que puede que eche yo en breve si sigo dándole vueltas a esta cultura de las imágenes que nos atonta y nos ciega de tanto ver.

Lo importante es estar, lo sé. No dónde se está. Sin embargo, cuando recuerdo aquellos días de facultad, no puedo evitar pensar que algunos deberían tragarse sus palabras. Y atragantarse un poco con ellas.

lunes, 11 de febrero de 2008

Temporada de rebajas

Lo sé, las rebajas están a punto de terminar, pero mi cabeza está a precio de saldo, lo juro por Helena Rubinstein. Será que las endorfinas me nublan el sentido, pero me da lo mismo las peloteras de Gallardón con Aguirre, me la traen al fresco las elecciones usamericanas y me la refanfinfla que los obispos se pongan en plan borroka.

Es lo malo del amor. Te dejan gilipollas sin poder evitarlo y, encima, consentida. No escucho la radio, no veo los telediarios, no leo los periódicos los domingos por la mañana... Vivo en tal estado de aislamiento que no sé cuando salga si ya se habrá inventado una vacuna contra alguna enfermedad incurable, si los simios habrán conquistado la tierra o si por fin a alquien le habrá dado por utilizar el otro 90 por ciento del cerebro.

De todas formas, y a pesar de ser ferviente admiradora de M 80, me apego a la actualidad con lo último de la Winehouse, que me tiene loca, como diría mi amiga Ro. La otra también. (Reflexión en voz alta: qué curioso que mis dos amigas Ro se pirren por la jirtri esta).

En definitiva: no os asustéis, hermanos. O sólo un poco, porque aunque mi cuerpo esté, mi mente se encuentra a varias galaxias de él. Ah, y que todo no dura. Cuando yo deje de depilarme y mi susodicho empiece a engordar (frase mítica de Friends, sólo para iniciados, sorry) volveré a la vida. O no. Quién sabe si encuentro en este mi estado ideal. Incluso combinado con una vuelta al sarcasmo habitual y la mala leche edulcorada con un tanto por ciento de descuento.