jueves, 10 de mayo de 2007
No happy ending
Sin ponerme muy metafísica, porque el calor ya está haciendo mella en mi cerebro maltratado por las ondas del ordenador, me he preguntado, como muchos de vosotros supongo que también, si alguna vez, la vida tendrá un final feliz de verdad. En todos los érase una vez había un y vivieron felices y comieron perdices (¿alguien entendió alguna vez lo de las perdices?). Blancanieves (o Putanieves y el príncipe, en la veresión Pretty Woman), Cenicienta, la Bella Durmiente, son los paradigmas de final feliz que siempre nos han enseñado. De niñas nos conformábamos con ese The End de los cuentos, que siempre mostraba a un valeroso caballero hacia la puesta de sol, cabalgando con su amada a lomos de su corcel blanco.
Ahora eso ya no es suficiente. El coche, el piso (con su consiguiente hipoteca), el teléfono móvil de última generación, la última consola de videojuegos, el dvd, la tele de plasma, la cocina con silestone y placas de inducción, el parqué, el hidromasaje en la ducha, el vestidor en el dormitorio, los cristales de climalit, las vacaciones en un destino exótico, ... se añaden a la lista de objetivos que queremos conseguir para sentirnos vivos y plenos con o sin nuestro príncipe azul. Con, a ser posible. Lo que vuelve a entrar en conflicto con la realidad.
¿Existe el príncipe azul? O, mejor dicho, ¿coincide el príncipe azul de los cuentos con lo que hay en la calle? Todos nos hemos vuelto egoístas, hedonistas, consumistas, perfeccionsitas... y un montón de istas más. Así no hay quien pueda emparejarse, al menos satisfactoriamente.
¿Quién no ha pensado alguna vez en cambiar el príncipe azul por varias ranas que besen de manera decente?
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2 comentarios:
Con los cuentos pasa igual que con las películas, no son más que historias bonitas, las cuales no debemos sacar de contexto. Los principes azules al igual que las princesas existen, pero no vienen caballo o carroza o con la ducha de hidromasaje bajo el brazo. Son más corrientes, que no simples o valiosos, que los de los cuentos, normalmente lo son más, pero para encontrarlos simplemente hay que dejar que el cuento siga, porque cada uno de nosotros tiene un cuento, una historia... por vivir. En cada una de ellas tenemos nuestros propios principes y princesas, no solo hay ogros y brujas malos. Eso se ve sacando los ojos del libro.
Estoy de acuerdo con Moon, los príncipes azules existe. Yo encontré el mío y no sólo eso, lo perdí y en una vuelca de tuerca que supera la ficción, lo recuperé para siempre. Y es cierto, que no llegó montado a caballo y es cierto que tenemos ya una hipoteca, pero cuando lo miro a los ojos veo que es el príncipe azul de mis días de cuentos de hadas, me hace sentir princesa, al menos, me hace sentir especial y "hace que quiera ser mejor persona". A veces, tengo la sensación de que debo pedir perdón por ser tan feliz, pero mi experiencia y la ingenuidad que me suelen atribuir hace que crea en los cuentos, en las películas y en las escenas de ensueño. Mil besos
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