domingo, 22 de abril de 2007

La tela de araña


Domingo por la mañana. Son las nueve y el puñetero ordenador central de mi oficina no quiere arrancar. Así no se puede, pienso. Inicio y reinicio al menos 20 veces hasta que al maldito le da por funcionar, después de que mi desesperación ha crecido, y más a estas horas de la mañana de un domingo, en las que debería estar durmiendo o retozando en mi cama.
Aunque las horas pasan deprisa no dejas de pensar que es fin de semana, que hace sol (la meteorología se alía contra mí: hoy que trabajo bien podía estar lloviendo) y que no tienes puesta la cabeza en las páginas que te han tocado, sino en otro domingo, que ahora parece lejano, pero que hace sólo siete días que pasó. La relatividad del tiempo se te atraganta con la manzana de media mañana y mandas a hacer puñetas la política y sus politicuchos para dejar que tu mente viaje por tierras menos inhóspitas.
Y, de repente, alguien te habla por una ventanita virtual y te das cuenta de que te has convertido en un personaje mitológico, que hace tiempo que destejes de noche lo que tejes de día y que Ítaca se te hace cada vez más insorportable. Al menos, hasta que vuelva Ulises. Por lo menos te has deshecho de los pretendientes y ya no acampan a sus anchas en tu jardín, atraídos por las engañosas luces de neón que brillaron sobre tu cabeza durante un tiempo. Y no ha habido baño de sangre, por suerte. Sólo algún que otro orgullo herido, pero eso se recupera pronto y más en un hombre.
En tu continuo tejer y destejer sólo esperas que los vientos sean favorables y que Ulises no se pierda demasiado por el camino, que no oiga los cantos de Sirenas y que el Cíclope se vuelva aún más ciego. Y, mientras los hilos se te cruzan en los dedos, esperas también que en vez de Penélope no te hayas vuelto una Aracne perversa que se enreda en la gran tela de araña de la mentira.

1 comentario:

Patriice dijo...

Me encanta! Me sorprende! Siempre he admirado tu estilo, no sé si alguna vez te lo he confesado (espero que sí). Con respecto a las telas de araña, supongo que en algún momento todos nos hemos visto atrapadas en alguna... y sí, es cierto que las más peligrosas son las que nosotros mismos tejemos. Para esos casos, te recomiendo un poco de la luz de Galadriel, es difícil de encontrar, a veces aparece en los lugares más insospechados, pero siempre funciona.
besos