Cojo prestado este lema de los chicos de Punto Cultural (que es suyo el copyright, hombre) para describir mi estado de ánimo este fin de semana. Qué ajetreo, Mari: festival de teatro, festival de jazz, los Oscar... Bueno, los Oscar no son en mi pueblo ni yo he asistido (ojalá) pero me han tenido ahí en vilo durante buena parte del sábado y el domingo. ¿Se lo llevará o no se lo llevará? Pues no, se ha quedado sin el Tito Oscar, pero iba monísima ella. Pe, digo.
En fin, que entre el sinvivir de la alfombra roja he tenido mi propia dosis en vena, casi sobredosis, de agenda cultural apretada. Tres obras de teatro y tres días de festival de jazz simultáneamente. ¿Quién puede sobrevivir a eso y no morir en el intento de volverse un cultureta de cuidado? En realidad ya era hora de que en este pueblo haya algo más que Galas de Radiolé, Festival de Reguetón y marchas procesionales (aunque también he oído, niña, que de nada se libra una con esta profesión).
Y lo que me queda, porque el festival de teatro en cuestión termina dentro de dos semanas, es decir, que tengo para hartarme. Lo único bueno es que por fin se dará la oportunidad a los espectadores para que presencien cosas distintas, propuestas que no sean las de siempre de los grupos de siempre, y que algunos de los gurús del teatro aficionado local se queden mudos ante lo arriesgado de algunas puestas en escena (luego saldrán bien o mal, pero por lo menos no se anclan en el catetismo patrio). Es bueno que la gente sepa que existe la tragedia griega, que los clásicos no son aburridos, que hablar con la ese no es sinónimo de mejor vocalización, que un escenario vacío puede decir mucho y uno lleno nada, y sobre todo, que hay vida más allá del folclore y los tópicos.
Ni que decir tiene que el festival de jazz ha sido otro mazazo en la cabeza de quienes piensan que sólo venden las sevillanas. Sorprendentemente concurrido y con una sorprendente alta calidad ha habido grupos de toda la provincia, la gente ha disfrutado y ya hay prevista una segunda edición. Quién lo iba a decir, en este sacrosanto lugar, la tierra de María, que iban a florecer algunos hierbajos que los mandamases se encargan de pisotear continuamente.
Por cierto, como ha habido de todo en este fin de semana tan movidito, me quedo con una frase que le escuché decir a Frank Sinatra en una peli, en blanco y negro, el sábado por la noche, al responder a la pregunta: "¿No tiene usted sentimientos?"; él contesta: "Me los extirparon unos médicos expertos".
lunes, 26 de febrero de 2007
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